F. Carrillo
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Va de encuestas. El CIS acaba de publicar una sobre los temas que más preocupan a los españoles. Dan a la corrupción el cuarto lugar. No deja de ser un sarcasmo. Los tres primeros corresponden, por este orden, al paro, la economía y la clase política; o sea, la clase política por entero, a qué andar con tiquismiquis.
Como además, según se dice, la corrupción crece en seis puntos respecto a la del año anterior, se apunta que los casos de los trajes de Camps, los juegos malabares de Urdangarín y los ERE’s de Andalucía, entre otros, han contribuido a ese desasosiego. También -podría deducirse- que los problemas de aldea son insignificancias y al que Dios se la da, San Pedro se la bendiga. Lo importante está en lo que nos viene de más arriba, de mucho más arriba, de las conspiraciones entre los dos poderes que luchan entre sí y juntos se apoyan: los gobiernos y la gran banca. Si usted está en medio, ya sabe, ajo y agua; ninguno de los dos va a echarle una mano, bastante tienen con conservar sus estatus. Lo suyo, para ellos, son musarañas.
A la hora de definir al corrupto parece que siempre se apunta al mangoleto que se lo lleva crudo; sin embargo, aprovechando la riqueza de nuestro idioma, también debiera estar incluido aquél que altera y trastoca la forma de algo, bien sea por su evidente incompetencia, bien por intereses torticeros; vamos, para dejarlo claro: aquel o aquellos que, a sabiendas de que son unos inútiles, aceptan cargos amparados en que tendrán a la impunidad como aliada y compañera.
Claro que, como declararse inútil de solemnidad es absolutamente imposible, debieran ser los propios partidos -para evitar que los identifiquen como agencias íntimas de colocación-, los encargados de separar el grano de la paja o practicar lo que hacen con los melones de Villaconejos, a cala y a prueba, siquiera para no acelerar la degradación de la especie. Pero no es así, ya ve lo que pasa con el responsable de dejar a España como un solar, con 5 millones de parados, el 26 por ciento de los españoles en el umbral de la pobreza, el 40 por ciento de los jubilados sin poder llegar a final de mes... Bueno, repito, ese inútil se va de rositas y 150.000 euros de pensión vitalicia, coche oficial, servicio de seguridad y la Biblia en verso con sólo asistir una hora al mes al Consejo de Estado, 80.000 euros de vellón, nada entre dos panes, a razón de 6.000 euros cada reunioncita. Para entendernos: un millón de pesetillas de nada. ¿Esto no es corrupción... del sistema? Si chocante fue la España de “Una, Grande y Libre”, perniciosa es ésta del “Vale todo, pisha”, que es lo que se está aprendiendo en las escuelas, origen de borreguismo imperante.Y frente a todo esto, ¿qué? De momento se está operando el plan bombero.