El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
En una desesperada huida hacia delante, el secretario general de UGT en Madrid, José Ricardo Martínez, quien ayer estuvo en Collado Villalba para hacer un llamamiento a la movilización contra la reforma laboral aprobada por el Gobierno central, no dudó en calificar hace unos días a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, como “reliquia cañí del tardofranquismo”.
Ésa es la altura intelectual y la capacidad de argumentación que está demostrando el sindicato no sólo a nivel regional, sino en el propio Ayuntamiento de Collado Villalba con motivo del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que esta semana se ha comenzado a ejecutar tras más de tres meses de fallidas negociaciones con las distintas secciones sindicales. Como prueba, nada mejor que el panfleto que ha hecho circular UGT estas últimas horas, plagado de descalificaciones, atacando directamente a varios ediles del Partido Popular y acusando a Comisiones Obreras, CPPM y CGT de consentir los despidos de los 43 trabajadores afectados por el ERE. El escrito terminaba con una beligerante cita de Pablo Iglesias: “Nosotros estamos dispuestos a vencer, ¿se entiende?, no a defendernos. A matar y a dejarnos matar. A todo”.
Puestos a recordar al histórico fundador del PSOE, quizá podrían haber añadido otra de sus frases más conocidas: “Sois socialistas no para amar en silencio vuestras ideas ni para recrearos con su grandeza y con el espíritu de justicia que las anima, sino para llevarlas a todas partes”. Hacerlo habría supuesto en claro ejercicio de hipocresía, puesto que durante años la ahora indignada UGT del Ayuntamiento de Collado Villalba amparó con su escandaloso silencio los ataques a trabajadores y compañeros de otros sindicatos, el despilfarro de una nefasta gestión que aún defienden sus responsables y la manifiesta megalomanía de determinadas actuaciones que poco tenían que ver con el “espíritu de justicia” que predicaba el propio Iglesias. Capítulo aparte merece la denuncia y posterior condena de uno de los liberados de este sindicato por comportamiento homófobo, sin que desde el anterior Ejecutivo se condenasen estos hechos. Por supuesto, tampoco hubo reacción desde UGT-Madrid, que prefirió mirar hacia otro lado.
Ahora, cuando la propia población española cuestiona cada vez más el actual papel de los sindicatos, la Unión General de Trabajadores en el Consistorio villalbino se retrata sin rubor, culpando únicamente a los demás de la ejecución del ERE, pero sin ofrecer una alternativa real a la propuesta del Equipo de Gobierno. No sólo eso, sino que sus ataques se extienden al resto de secciones sindicales, copiando, por si quedaban dudas de cuál es su posición, el torpe argumentario del ex alcalde José Pablo González, a quien defendieron sin fisuras durante años, por mucho que sus políticas se situasen en las antípodas de aquella grandeza de la que hablaba Pablo Iglesias y de la que hoy, en manos de los protagonistas de esta lamentable historia, no queda absolutamente nada.