OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
La novillada del lunes en Valdemorillo fue un tongo. El tocomocho por San Blas. Tomás Entero anunció en los carteles donde estaban los precios. N/s/P el lunes 6 de febrero. El Ayuntamiento lo permitió. Cada cual que asuma el mea culpa. Tongo porque no era una novillada, sino una clase práctica de la Escuela Taurina de la Fundación El Juli de Arganda del Rey.
En el programa de las fiestas, “Novillada sin picadores gratuita para los empadronados”. Tongo empresarial por pretender cobrar este festejo, por cierto con una lista de precios carísima.
¿No sabían que en una clase practica nunca se puede cobrar una entrada? No se cobró, por ejemplo, en Collado Villalba...
¿Qué clase de empresario es Tomás Entero? El tongo se evitó porque se rectificó a última hora, mandando a los porteros a casa y dejando libre la entrada. Ahora, ¿se devolverá el dinero a los abonados de la parte proporcional cobrada por este festejo? El tongo también fue a los empadronados, porque en realidad la entrada libre era para todos los que quisieran entrar.
El tocomocho final fue a los becerrones lidiados que les habían enseñado el saco, pero no la comida. Impresentables los becerrones de las gloriosas vacadas de Antonio San Román y Tomás Entero. El círculo cerrado en un “apasionante” final de feria. El público se enfadó y no se dio importancia a los chavales. Los mozos en los pueblos los matan el triple.
Hay que espabilar y no tomar el pelo a los aficionados de esta forma. Ya dijimos la pasada semana que habían colado goles, pero nunca tantos.