El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
“Aterido de frío en el pedestal de mi rotonda -¡coño, que alguien corte los chorritos del agua de la fuente que empiezo a tener pinganillos hasta en el rabo!-, aún no se me han congelado las ideas y observo los aconteceres de una ciudad que soporta con resignación no tan solo la ola de aire siberiano que estos días nos ha invadido, sino la otra aún más acuciante, es decir la de la crisis económica y el paro, dice Lobo Cojo. Por eso entiendo la postura tomada por los responsables de CyE y de la Asociación del P-29 de oponerse a la liberación de horarios propuesta por la Comunidad de Madrid, porque como nos decía uno de los afectados, lo que toca ahora no es aumentar los puestos de trabajo y los ingresos, sino mantener la tienda abierta y los empleados. También comprendo la preocupación del medio centenar de trabajadores del Ayuntamiento presuntamente afectados por ese polémico expediente de regulación de empleo, una agonía ingrata que de momento parece no tener fin. Desde luego antes no sucedían estas cosas porque el dirigente de turno ejercía el ordeno y mando y con el mismo dedo que había metido al ‘currito’, lo despedía. Total, con tanto despilfarro daba igual indemnizarle con 20 que 45 días. Ahora no, ahora con la tesorería llena de telarañas, donde ni siquiera hay dinero para pagar el leasing de los coches de la Policía, se mira hasta el céntimo de euro. Y lo más grave de todo esto es que han sido los políticos y no los trabajadores, los que han llevado al Consistorio a la bancarrota, y los culpables o bien se han ido de rositas o continúan cobrando un sueldo que, lamentablemente, sale de los bolsillos de sus sufridos contribuyentes”.