Hoyo de Manzanares

Felipe Moreno: “Si yo he heredado de mis padres cordeles y veredas, cómo no dejárselas a mis hijas”

RICARDO FANJUL | Miércoles 22 de octubre de 2014
Felipe Moreno cumplirá los 76 años próximamente, pero rebosa vitalidad. Comparte la dirección de su negocio de cafetería-churrería en Hoyo de Manzanares con el cuidado de su familia y la divulgación y protección de los caminos de su pueblo.

Ha ejercido varias profesiones, pero las que más le vincularon con el campo fueron la de cabrero, en su temprana juventud, y la de cantero. De aquella época de la posguerra española, los años 50, recuerda que Hoyo “contaba con 200 ó 250 habitantes, de los que la mayoría vivía de la cantería”. Este municipio fue uno de los grandes suministradores de granito para la capital hasta que la Comunidad de Madrid lo incluyó íntegramente en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Esta protección ambiental, que ha servido para preservar los principales valores de esta comarca, acabó, sin contemplar otras alternativas que lo regulasen, con uno de los usos tradicionales que aún daba sustento a varias familias de esta localidad. Y es que, de estos montes, como explica Felipe, “se extraían tres tipos de granito: la piedra blanca, la rubia y la rosa, más escasa y por ello más cara”.

La otra fuente de sustento era la recogida y porte de leña para las tahonas de Madrid. De aquel tránsito, asegura, “ha quedado respetado el camino de El Pardo a su paso por El Pendolero”.

La llegada de los militares
La gran distribución territorial de este municipio, se concretó unos años antes, en 1945, con la llegada de los militares y la toma de una gran parte del municipio. A este respecto y preguntado por los motivos por los que se instaló aquí el ejército, recuerda que “se comentaba que llegó un general preguntando si en ese entorno de la Torrecilla, el arroyo Manina llevaba agua todo el año. Le debieron decir que sí y allí se fueron instalando”. El Manina, como casi todos los arroyos, se secó en épocas estivales.

Hasta ese momento, el municipio estaba dividido en cuatro cuartos, que los hoyenses denominaban cuarteles. Eran las particiones acordadas para la explotación ganadera entre pastores (de ovejas) y cabreros. Cada seis u ocho años, explica, “se cambiaban las ovejas y las cabras de dos de estos cuarteles a los otros”. Aquella división histórica del municipio establecía los cuarteles de Trofas, Berzosa, Navalvillar y Torrecilla. Tras la expropiación castrense el suelo público se redujo a los tres cuartos actuales y el cuartel de Trofas se dividió por el mismo arroyo, para poder seguir repartiendo a partes iguales el terreno a los ganaderos.

Penurias, pero no hambre
Curiosamente, la memoria de Felipe no comparte la de otros jóvenes españoles de la posguerra. “La vida era muy dura para la mayoría, siempre trabajando y trayendo la leña a la espalda para calentarnos y cocinar. Sin embargo, con la cantería había más trabajo que gente para explotarla. Por otra parte, la caza quitó mucho hambre en este pueblo. Gracias a ella podíamos comer conejo. Por aquí no había perdiz ni liebre. Y mucho menos los jabalíes que hay ahora. Si hubiera aparecido alguno se lo habrían comido”.

Tras muchos años en diferentes profesiones, y después de recalar en la hostelería, Felipe se dio cuenta de que no era sano estar de pie tantas horas. Su cuerpo le pedía caminar. Por ello acordó con su mujer que dedicaría unos días a pasear por los caminos de su municipio.

Tres circuitos con Torrelodones
Fue recorriendo los viejos senderos, vecinales y pecuarios, cuando empezó a percatarse de que algunos de ellos se estaban perdiendo, pero no sólo por el desuso, sino también por las apropiaciones indebidas de fincas privadas.

Consciente de que es uno de los cada vez escasos conocedores de los caminos de Hoyo de Manzanares, este vecino comenzó a recopilar sus conocimientos en forma escrita y gráfica. Ahora mismo trabaja en la medición y descripción de tres atractivas rutas entre su municipio y el vecino de Torrelodones.

En estos momentos, explica, “ya tenemos hecha la ruta de Hoyo al Hito (punto donde se prohíbe el paso de la carretera de El Pardo), bordeando El Pendolero. Y próximamente concluiré la ruta del Camino de Zarrastrilleros (o Carrastrilleros), conocido como Cordel de Hoyo, y por último la ruta de Los Carboneros. Hace algo más un año conocí la labor de los Camineros del Real Manzanares y me uní a ellos para trabajar juntos”, señaló. En su última edición, celebrada el pasado viernes en Torrelodones, esta asociación le hizo entrega de uno de sus premios anuales, el dedicado a la conservación de los caminos.