El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tras el 20-N un nuevo partido formará Gobierno y tendrá que hacer frente a muchos y serios problemas. El señor Rajoy ha dicho que quiere gobernar para todos los españoles. Si esa es la intención de su Ejecutivo, no puedo más que desearle mucho éxito.
La mayoría obtenida por el PP le va a permitir gobernar sin tener que comprar apoyos parlamentarios a cualquier precio. Eso, que es una buena noticia, no lo sería si la mayoría absoluta le hiciese caer en la tentación de dirigir el país sin escuchar a las demás fuerzas políticas y sociales. Los problemas de España son muchos. Tenemos la obligación de identificarlos, y de hacer sonar todas las campanas y sirenas de alarma para que nadie se sienta excluido en la tarea de encontrar una solución. Esta actitud tiene un nombre: Política de Estado, y no solo de gobierno, o de partido. Hay temas en los que. o estamos cuanto antes más mejor, o nos encontraremos otra vez en el fondo del pozo. El empleo requiere una Política de Estado. También las políticas sociales, las pensiones, la sanidad, la emigración, la vivienda -acabando con ese robo legalizado y flagrante que permite que, tras haber pagado parte de una hipoteca, te quiten el piso y te condenen a seguir pagando ¿dónde se ha visto atropello semejante?-. La educación requiere otro pacto de Estado porque nos estamos jugando el futuro. Y otro, la sanación de la democracia: un macro-acuerdo contra la corrupción; y una ley electoral no diré más justa, sino, simplemente, justa. Como ven, tarea no nos falta. ¡Ojalá los enemigos de fuera, léase mercados o agencias de calificación, no nos encuentren divididos entre nosotros: pueblo contra pueblo, partido contra partido, autonomía contra autonomía! La unidad, en estos momentos, no es una opción.