RICARDO FANJUL | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tal y como explican los integrantes del grupo de la oposición Alternativa por Colmenarejo (AxC), “en los últimos años se han hecho varios intentos para proteger y poner en valor las minas de Colmenarejo, tanto desde el Ayuntamiento como por parte de la asociación Proyecto Verde. Pero es ahora cuando por primera vez el Equipo de Gobierno (PP), un grupo de la oposición (en este caso AxC) y particulares nos hemos unido para proteger y consolidar este patrimonio con vistas a crear un foco de interés”.
Una primera medida ha sido reubicar en otro entorno menos valioso al pastor que había instalado en la Mina Pilar varios corrales y docenas de ovejas, con la consiguiente acumulación de todo tipo de desechos.
En segundo lugar, y para informar a vecinos e interesados, el sábado 26 de noviembre se desarrollarán varias charlas en la Sala Multiusos, que culminarán con una visita a la Mina Pilar el día siguiente.
Pocos ciudadanos de esta localidad conocen el dato de que Colmenarejo “es el segundo municipio de la Comunidad de Madrid en minería metálica histórica, y que una de estas explotaciones, hoy abandonadas y que conocemos como Las Minas, fue una de las más importantes de la provincia”. En el conjunto de Colmenarejo los minerales de cobre fueron la principal mena, aunque hay testimonio escrito de la presencia de plata. De hecho, se asocia a esta producción la toponimia del arroyo de la Plata que discurre por el entorno del Madroñal. Además del cobre y la plata, en estas tierras “existen otros muchos minerales, algunos interesantes o curiosos, como la torbernita, que es radiactiva, o la arsenopirita, derivada del venenosísimo arsénico”, explican desde AxC.
Glorioso pasado
Existen múltiples explotaciones mineras a lo largo del municipio, que podrían alcanzar el medio centenar. Pero la Mina Pilar es la más conocida, debido a su más reciente explotación y a los restos del edificio que albergaba sus bocas.
Entre el final de la época visigoda (siglo VIII) y el siglo XVII no existe documentación de su actividad. Es en el XIX cuando Tomás González publica información sobre una autorización en estas minas, fechada en el siglo XVII. “El 13 de agosto de 1649 se concede una cédula de S. M. para administrar y beneficiar unas minas de cobre en los términos de los lugares de Colmenarejo, Galapagar y El Pardillo, y eran las siguientes: dos vetas donde llaman Cerropardo y Casablanca, por cima de la Osera, y asimismo en el dicho Cerropardo hay otra mina labrada y tapada, que por los desmontes que estaban rodados a la boca se conocía ser de cobre, la cual caía a otras vertientes del dicho cerro que miran ácia (escrito así en el original) el Pardillo”. Según se confirma en el estudio realizado por los ingenieros Octavio Puche Riart y Luis Felipe Mazadiego, la época de mayor esplendor de estas minas corresponde al siglo XIX y principios del XX.
La revista minera Metalúrgica y de Ingeniería publicó en 1902: “En la mina Pilar de Colmenarejo (Madrid), que fue de la baronesa de Sangarrén y del señor Llorens, y hoy pertenece a The Escorial Copper Mining Co. de Londres, se está explotando una bolsada de pirita de cobre. Se han obtenido algunos vagones de mineral de buena ley, pero ignoramos qué importancia tenga dicha bolsada, así como las condiciones del resto del criadero”. La actividad fue intermitente en los primeros años del siglo pasado, hasta que en 1913 se suspende de manera definitiva.
El otro topónimo de Galapagar
Tanto los vecinos como las distintas corporaciones que han pasado por Galapagar siempre han mantenido que su nombre se debe a las colonias de galápago que desde antaño existieron aquí, y así se refleja en su escudo. Explicación sencilla, como la mayoría de los topónimos, aunque poco contrastada y dudosa en estas tierras, donde se cultivaba garbanzo, centeno, lino, etc. Sin embargo, como ya publicó este periódico hace años, la explotación de estas minas por los romanos, y teniendo en cuenta que todo este terreno pertenecía a Galapagar, podría aportar otra explicación más vinculada con su economía.
Isaac Moreno, en su libro Vías Romanas, explica que el plomo, oro y otro minerales se almacenan en lingotes, pero el cobre se recogía, ya desde época romana, en “formas de torta redonda, conocidas como galápagos”. Cabe recordar que los fructíferos yacimientos de estos montes producían toneladas de estos galápagos de cobre, lo cual era, sin lugar a dudas, el gran atractivo de estas tierras para los romanos. Y prueba de ello es el paso de una de las principales vías romanas de la Comunidad de Madrid (la XXIV) por el mismo pueblo y las inmediaciones de su zona minera.