Editorial

Pobre España, con perdón

P. Carrillo

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
También podría titularse “¿dónde encontrar un boquete?” Esta es la disyuntiva para los que a partir del 20-N no tendrán dónde caerse muertos. Nada nuevo bajo el sol. A la vista de lo que se ve y se verá, parece que España nunca dejó de ser troglodita si es que lo fuera; pueden cambiar los gobiernos, hasta los regímenes, pero las garrapatas pasan en generación, como los títulos de nobleza.

O sea, que mientras no los desalojen y tapen la madrigueras, esto no cambiará. Llevará razón una vez más el decir popular (del pueblo): “Distintos perros pero con los mismos collares”. O viceversa. Se leía en la puerta de los cuarteles (¿ahora no? no sé): “Todo por la Patria”. Expresión poco comprometedora mientras no se aclare cuál es el concepto de Patria; a saber si no será también un término discutido y discutible. Claro que hablar de Patria ahora precisamente, aparte de un anacronismo, es un término de usar y tirar cuando lo que obliga son los mercados; ¿o no se había enterado usted? Atienda si no al metafísico Rodríguez Zapatero cuando afirmó que la Tierra era el viento. ¿Cabe mayor grandeza expresiva para darle un corte de mangas a Wall Street, al Nikkei, al Dow Jones y al Ibex 35?
El espectáculo es lamentable. Da la misma impresión que las hormigas cuando alguien les tapa el hormiguero; todas corren sin rumbo desesperadas y despavoridas. No tenemos capacidad para ver sus gestos de terror cuando huyen desconcertadas. Ahora podemos verlos en los que están condenados a huir, lo mismo que oiremos restregarse las manos a los que, satisfechos, esperan en las puertas de las guaridas. Sangre, sudor y lágrimas, dicen con razón los que llegan, porque eso les está costando. Los que se van, oiga, ni un sentimiento de culpa, ni una disculpa, como ha hecho ETA en este nuevo apaño preelectoral.

También será digno de atención especial dónde encontrarán la gatera los medios de comunicación que han ejercido de mamporreros retorciendo la información hasta convertirla en moneda de cambio, hasta el punto de cosechar la indiferencia de los que por culpa de los voceros manipulando la información han conseguido su propio descrédito; ya veremos cómo lo recuperan. Será difícil y puede que volvamos a ver el mismo cambio radical que ya vivimos cuando se pasó de la dictadura a la democracia, que los mismos que adoraron a aquélla se apuntaron a demócratas de toda la vida. Está viéndose en los comentaristas radiofónicos. Han sido los primeros en ‘matizar’ sus opiniones. Todos inocentes de lo que ha pasado, de la ocultación de las verdades evidentes, de los parados, de la crisis que no iba con nosotros, de la fortaleza de nuestra economía, de justificar manifiestos chanchullos y no pocas inmoralidades siempre que todas sirvieran para mantener al amo en el poder, conseguir cuotas de audiencia o subvenciones rastreras. Todo lo que se alcanza sin dignidad tiene este final. Ya veremos cómo se recupera el cuarto poder después de ser continuidad del primero por no ejercer su independencia.

Si alguna catástrofe sobrepuesta no lo remedia, este otoño no sólo caerán la hojas de los árboles, sino las que taparon tantas vergüenzas, o lo que es igual: la caída de los buitres. Si no es así, pobre España.