ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
La plaza de Las Ventas de Madrid echó el pasado domingo el cerrojazo definitivo a la temporada. Debía haber acabado el curso taurino este domingo, pero la empresa Taurodelta, se busco las artimañas para dar esta novillada en septiembre y no llegar hasta el penúltimo domingo de octubre, evitando cerrar como rige el actual pliego.
Fue una tarde de silencios. De silencios y de adiós para una temporada que se marchaba en Madrid.
Abrazos de los aficionados y despedidas antes del letargo invernal.
En el ruedo, mucho silencio de los tres últimos novilleros que trenzaban el paseíllo en 2011 en el maravilloso ruedo venteño. Y también mutis por una empresa que organizaba su último festejo.
No sabemos si habrá un paréntesis o será un cierre definitivo a la etapa liderada por José Antonio Chopera. Silencio también de la empresa, que una vez más volvió a programar un cartel sin ninguna motivación. Taurodelta no sabe a qué novilleros contrata un domingo sí, y otro también. Dirán: “Es que no hay”. Lo que sobran aquí son compromisos y recomendados de las fuerzas vivas de la empresa. Se debería hacer un seguimiento. El resultado del festejo estaba cantado. Tres novilleros de vuelta de todo, que no han hecho nada en toda temporada.
Una mejor selección
Y un encierro de Rocío de la Cámara, serio y con cara pero ayuno de casta brava, con pocas clase y que se empleó aún menos. Más toreables los dos primeros de la tarde.
Si analizamos las veces que esta vacada ha lidiado en Madrid, tres o cuatro consecutivas, cuesta recordar un novillo que haya embestido por derecho. Hay que seleccionar más y abaratar menos en la elección de ciertas vacadas. El resultado de esta novillada con picadores fue muy pobre y cuesta rescatar algo.
El colombiano Sergio Blanco consiguió los lances más toreros y garbosos en el último utrero de la tarde. El animal se puso agrio, pero al novillero le faltó mayor convicción para decir algo a las puertas de su alternativa. Su primero fue deslucido y el diestro lo intentó sin más.
Pascual Javier es uno de esos novilleros que no sé sabe por qué se anuncia en Madrid. Su primero fue un utrero potable de Rocío de la Cámara, con cierta claridad. El trasteo del valenciano fue anodino y sin ninguna relevancia. Con el cuarto se le vieron dudas y precauciones imperdonables en un coleta que se presenta en Madrid. Daniel Palencia sorteó el ejemplar más claro, si bien su trasteo no alcanzó ninguna brillantez. Muchos pases sin decir nada. Malo fue el quinto y Palencia llevó a cabo una faena sin brillo. No consiguió nada digno de mención.
Para el final, mal sabor de boca