Opinión

Espectáculo deprimente

M. Fernández

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Llegué con cierta antelación a la consulta y al sentarme para esperar mi turno observé a mi alrededor muy poco interés por el programa de televisión que en ese momento estaba activado. La mayoría de los presentes leía u ojeaba revistas gráficas.

Había grandes gritos en el plató de la tele, insultos y gestos desaforados, apelaciones a la vida privada de los participantes con inserción de encuestas en la calle a base de preguntas desconcertantes hechas por periodistas bastante jóvenes. Miré a mi alrededor y no vi a nadie conocido, así que pude avergonzarme en silencio al ver con mis propios ojos a qué extremos de poca seriedad informativa y poco respeto a la verdad y a la dignidad de las personas se está llegando en un medio tan importante y de tanta influencia.
¿Serán periodistas quienes llevan a cabo programas de este estilo? Quiero decir si se trata de profesionales que han obtenido una licenciatura universitaria o han aprendido en la facultad lo que es información, lo que es publicidad, lo que es propaganda y, de alguna manera, han estudiado deontología de la comunicación y aprendido a respetar siempre al ciudadano a entrevistar. La gran diferencia entre un profesional auténtico de la comunicación y este tipo de profesional de ciertos medios que se caracteriza por su desparpajo para entrar a saco en intimidades ajenas y buscar simplemente un escándalo que pueda atraer a ciertos públicos con el paladar intelectual estragado, es que el primero es consciente de los límites de su profesión y de la grandeza de su papel de comunicador, y el otro no. A estos efectos, tengo para mí que la universidad ha contribuido y contribuye a favorecer la existencia de profesionales responsables y audaces, pero sobre todo respetuosos.