Portada de ‘Las apariciones de El Escorial’, vista de Prado Nuevo e imagen del periodista José María Zavala
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Coincidiendo con el trigésimo aniversario de las denominadas apariciones de El Escorial, el periodista y escritor José María Zavala publica un libro que se adentra en este fenómeno, rodeado aún de una fuerte polémica. Fue el 14 de junio de 1981 cuando Luz Amparo Cuevas aseguró que la Virgen se le apareció junto a un fresno en la finca de Prado Nuevo, pidiéndole que fuera instrumento para transmitir a todos los hombres un mensaje de conversión y penitencia.
A partir de ahí, la historia es conocida: miles y miles de personas se congregaron en este lugar los primeros sábados de mes, viviéndose en los años 80 los momentos de mayor afluencia, no exentos de enfrentamientos, acusaciones y denuncias cruzadas entre los fieles y quienes aseguraban que tras estos hechos se escondía únicamente el montaje de una secta pseudoreligiosa.
La obra de la Fundación
Ya hace años que la vidente, enferma, no aparece en público, si bien su obra continúa a través de la Fundación Virgen de los Dolores, en donde hay sacerdotes, religiosas y laicos. Tres décadas después, y pese a los recelos iniciales, parece que la Iglesia, a través del cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, va dando pasos de cara a un hipotético reconocimiento de las ‘apariciones’, lo que oficializaría la peregrinación mariana a El Escorial.
Ahora, Zavala ha investigado el entorno de Prado Nuevo y ha recogido testimonios de personas cercanas a la vidente Amparo Cuevas.
La Iglesia, “de manera cautelosa, va dando pasos”, recordando que aunque el cardenal Ángel Suquía, arzobispo emérito de Madrid, dejó por escrito que “no consta el carácter sobrenatural de las apariciones”, esto “no significa que no sea verdad”.
Los pasos de Rouco
Además, subrayó que por los “pasos” que ha dado el cardenal Rouco -autorizó la celebración de la santa misa los primeros sábados de mes en Prado Nuevo, la presencia de sacerdotes y religiosos y la creación de un seminario-, “se va viendo que puede llegar a constar en un futuro”.
Esta aprobación es la que desean los fieles que acuden a Prado Nuevo, según señaló Zavala, añadiendo que tienen “mucha esperanza” en que el cardenal apruebe la construcción de una capilla santuario que responda a las peticiones de la Virgen en las apariciones.
En todo caso, Zavala asegura que, a su juicio, la obra de la Fundación que nació a raíz de las apariciones en Prado Nuevo “no se aparta ni un ápice del magisterio de la Iglesia” y que es “una asociación pública de fieles aprobada por la Iglesia” que, por tanto, “difícilmente puede ser una secta”. Quienes así la califican, manifestó, lo hacen “por ignorancia o mala fe”.
Por ello, ha invitado a “acercarse” a Prado Nuevo para formarse una opinión con respecto al fenómeno y a “no dejarse llevar por lo que otros han dicho sin conocerlo”. Concretamente, ha subrayado que lo que más le ha llamado al atención es “la gran devoción” con que la gente reza el rosario y con que se celebra la misa en las residencias de ancianos atendidas por las Hermanas Reparadoras, así como “el primor con que atienden” a los mayores.
Zavala destacó igualmente que Amparo Cuevas ha sido “una mujer obediente”, pues cuando en 1985 el cardenal Suquía le aconsejó no acudir a Prado Nuevo en horario de máxima afluencia de gente, “ella se lo tomó como una orden y hasta hoy mismo sigue sin aparecer”.
Documentos inéditos
En Las apariciones de El Escorial, publicado por Libros Libres, el autor recoge datos de documentos, “muchos de ellos inéditos”, y testimonios de personas del entorno de Cuevas, como su director espiritual, un sacerdote carmelita que afirma que la vidente quedó estigmatizada ante sus ojos en varias ocasiones, o un pasionista que recibió la vocación en Prado Nuevo, informando sobre las apariciones a Juan Pablo II y al entonces cardenal Ratzinger.
Igualmente, recoge la experiencia del sacerdote José Arranz, “un hombre muy racionalista, escéptico sobre el fenómeno, que en 1983 decidió acercarse a Prado Nuevo a ver qué estaba sucediendo y que, al cabo de un año o dos, tuvo ocasión de ver estigmatizada a Luz Amparo”.
Por último, el autor advirtió que con su trabajo no pretende realizar un juicio de valor. “Después de todo, cada cual es muy libre de creer o no en las apariciones de El Escorial”, afirmó, para añadir que antes de comenzar su investigación era “escéptico”. Ahora, ha expuesto todos los testimonios recogidos para que el lector “conozca por sí mismo” este fenómeno, a la espera de que la Iglesia se pronuncie definitivamente.