El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Si un político con la experiencia y el temple de Duran se ha tirado por el tobogán de la demagogia, es que esta campaña no va a ser tan tranquila. El pasado fin de semana conocíamos tres sondeos que dan a Rajoy mejor resultado que el récord del PP, que obtuvo Aznar en 2000, y aventuran a Rubalcaba peor suerte que la de Almunia aquel año, que es el suelo del PSOE. La falta de emoción por el resultado están dispuestos a suplirla los nacionalistas catalanes, que andan calentando a su afición, a ver si sacan lo peor de ella. En este campo son auténticos ‘mourinhistas’.
El jefe de los demócratacristianos de Uniò no es independentista, como algunos de sus socios de Convergència, pero le ha metido un rejón a los andaluces para complacer a su parroquia. Sostiene que mientras a Cataluña le falta de todo, a Andalucía llega el dinero de las subvenciones a espuertas. Sin ir más lejos, los bares de los pueblos andaluces están llenos a rebosar de personas que se rascan la barriga mientras cobran el PER. Esta pedrada viene detrás de la que lanzó hace una semana el presidente Mas sobre lo difícil que le resulta entender el torpe habla de los niños de Sevilla y Málaga. Los estrategas de campaña de CiU han llegado a la conclusión de que meterse con Andalucía da votos en Cataluña. Han abierto la veda: mala cosa.
Duran ha hecho un amago de disculpa. Aprecia Andalucía, pero está en contra de la cultura de la subvención. Coincidimos. Habría que desterrar todas la subvenciones. Por ejemplo, los 5.000 millones de euros que el Gobierno dio el año pasado al sector del automóvil. Y de los que Cataluña se benefició más que ninguna otra región española, mientras el PER son 200 millones anuales. Si quiere insinuar que en el PER hay fraude, debemos darle la razón. Habría que erradicarlo, como habría que perseguir los más de 200.000 millones de euros que escapan al control del fisco en España. El penúltimo desliz de Duran se produce cuando compara a los payeses catalanes con los jornaleros andaluces. Grave error. Unos son pequeños propietarios, empresarios agrarios, y los otros no han tenido un trozo de tierra en su vida. Ahora toca crispar el ambiente y preparar a España para la gran batalla: Cataluña quiere un cupo como el vasco. Y golpea el hígado de Andalucía: ‘mourinhismo’ puro. Esto no ha empezado bien y acabará peor.