El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
“Me cuentan e incluso me aseguran que JP nos ha vuelto a tomar el pelo a todos.Tras el ostiazo electoral afirmó que dejaba la política local y que en septiembre se iría a impartir clases a un instituto del Sur de Madrid, donde tenía reservada su plaza como docente. Pues ná de ná, dice Lobo Cojo, porque el fenómeno, tal como ya les anuncié la semana pasada y después de dar todos los días el coñazo en Ferraz, ha conseguido un ‘carguito’(¿de confianza?) en la administración. De una u otra manera, y salvo que se produzca un milagro en noviembre y gane las elecciones Alfredo (lagarto, lagarto), me temo que sólo lo va a poder disfrutar unos meses. Con lo bien que estaría ahora nuestro ilustrísimo ocupando un cómodo escaño, con sueldo millonario (en pesetas, claro), secretario/a y gastos de viaje pagados en el Parlamento Europeo. Mira que se lo dije, que más vale pájaro en mano que ciento volando. Claro, ahora también entiendo su renuncia que, por cierto, nada tiene que ver con el cariño que él decía profesar a su pueblo (miren lo que tardó en renunciar a su acta de concejal tras la derrota del 22-M), sino por otras cuestiones más materiales que sentimentales’. Lo que a él le obligaba a seguir al frente de la Alcaldía era, primero, sacar adelante el centro comercial del Caño de la Fragua, un asunto bastante oscuro por la forma en la que intentó adjudicarlo a una empresa insolvente y, segundo, no podía abandonar la ‘poltrona’ si quería evitar que alguien levantase las alfombras de su despacho y pusiera al descubierto las facturas impagadas del túnel, las deudas con pequeños y grandes proveedores, la ‘pella’ con la Seguridad Social y, sobre todo, una deuda que supera los 100 millones de euros”.