El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Las comparaciones suelen resultar odiosas, y más aún cuando se ciñen al escenario político. Asistimos el miércoles a la comparecencia del ya ex presidente de la Generalitat Valenciana, para anunciar su dimisión como presidente de esta comunidad y también del PP regional. Todo ello después de dos años en los que el caso Gürtel ha ido convirtiéndose en un laberinto del que Camps no ha podido escapar, colgado de unos trajes que no han sido tan inofensivos como parecían. Su dimisión, aunque para muchos tardía -incluso dentro de las propias filas populares-, resulta en todo caso un hecho excepcional entre nuestros políticos. Sin ir más lejos, el ex alcalde de Collado Villalba, José Pablo González, a quien el escándalo de las fotos en Andorra junto a los empresarios del túnel-parking de Honorio Lozano y Batalla de Bailén, persiguió hasta el mismo día de las elecciones municipales del 22 de mayo, sufriendo una estrepitosa derrota y dejando a ‘su’ PSOE en una lamentable situación, la peor de su historia en la localidad. No dimitió cuando debía y después, lejos de actuar con un mínimo de dignidad, renunció a recoger el acta de concejal, demostrando que el trabajo en la oposición no estaba entre sus planes y que no sería él quien defendería lo indefendible: una nefasta gestión que ha dejado a Collado Villalba con una deuda superior a los 110 millones de euros. Una situación económica que hace imprescindibles los recortes en Festejos, como ocurre ahora en Santiago Apóstol, y también en gasto corriente, amén de otras medidas que a buen seguro provocarán rechazos, pero que será complicado evitar dada la heredada precariedad de las arcas municipales.
Por todo ello, todavía hoy cabe pedir a José Pablo González que asuma su responsabilidad por semejante desaguisado y que, ya que no lo hizo como alcalde, dimita ahora como secretario general de la Agrupación Socialista villalbina. De lo contrario, continuará haciendo un daño irreparable a un PSOE que necesita regenerarse no sólo a nivel nacional, sino también local, para recuperar la credibilidad. De lo contrario, quienes consienten con su silencio que el ex regidor continúe al frente del partido seguirán siendo cómplices de un político cuya falta de coraje para dimitir únicamente es comparable a la magnitud del agujero económico que ha dejado en el Ayuntamiento.