Opinión

Un curso peculiar y complicado

Modesto Gómez

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Llegado el final de curso, toca evaluación. El año 2010 será inolvidable para muchos. Fuimos campeones del mundo y, por unos días, olvidamos las diferencias y las banderas para vestir España de rojo, un territorio sin fronteras y con cabida para todos. Justo en medio de tanta emoción, Santiago de Compostela se abrió al mundo y se inundó de turistas..


Agosto empezó con la economía por el suelo y el paro por las nubes. Tocaba reforma laboral. Pero esta no contentó a nadie, pues no era consensuada, llegaba tarde y parecía precipitada e ineficiente.

Empezamos el curso con los americanos mediando en Oriente Medio, los socialistas peleándose por Madrid y los populares ‘apagando fallas’ en Valencia. Entre aguas tan revueltas, llegó al huelga de otoño. Todo era crisis. Parecía que los días de vivir por encima de las posibilidades y ganar lo que no estaba escrito tocaban a su fin. Ya lo decía Felipe González: había que mejorar la productividad, la eficiencia y reorientar el capital humano. Pero ¿sería demasiado tarde?.

A las puertas de noviembre,esperando al Papa y quizá un milagro, hubo cambio de Gobierno. Pero aquel giro de talante no cuajó. El clima estaba demasiado enrarecido y nos preguntamos: ¿Acabará este exceso de tolerancia volviéndonos a todos mucho más intolerantes?
Luego llegaron las elecciones catalanas. la gente pidió ‘Mas’. Pero todo siguió más o menos igual. Pasaron las Navidades y los Reyes Magos y ¡España no estaba para fiestas! Se reclamaba un cambio de modelo temiendo que el Estado de bienestar desembocara en un estado de malestar generalizado. Y entre tanta magia de Oriente no encontramos esperanzas para Occidente. Hasta que nos ‘tocaron’ los pepinos, idolatramos a una Alemania en crecimiento mientras asistíamos a interminables funciones de conFusión bancaria... Y entre tanta mascarada, cada vez costaba más distinguir las caretas de las caras duras. Llegó entonces el miedo y las dudas de huir. Eso sí, nunca a más de 110. Y se dispararon los alarmas en Fukushima, en los países árabes y hasta en el País Vasco, que se agriendulzaba maldiciendo su Sortu. Cada vez eran más los cabreados con todo y menos los enamorados. Y llegaron las municipales. Y con ellas, la evaluación. Y por mucho que nos desagrade, suspendimos con creces y toca repetir.

12 meses después, el tinte de España cambió del rojo al azul, pero el país sigue sin estar para fiestas, la economía por los suelos, el paro por las nubes y las expectativas de la gente por encima de sus posibilidades. Y mientras el malestar es cada vez mayor, la indignación más incierta y las alarmas más agudas, el PSOE sigue peleando, el PP ‘enFallado’, Oriente Medio encendido, Occidente contagiado y el FMI descabezado... ¡Concienciémonos todos! Porque poder, podemos. Aunque este curso no pudimos.