ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
El vasco Iván Fandiño cortó una oreja en la última corrida de la feria de San Isidro, celebrada el pasado jueves 2 de junio. También el torero dio una vuelta al ruedo y rozó la puerta grande, reivindicando sus anteriores actuaciones en la plaza de Las Ventas de Madrid. El encierro de Celestino Cuadri lució una preciosa lámina y hubo toros muy hondos y con mucha seriedad. Fandiño paseó el trofeo de un toro bravo, claro pero exigente a la vez. Lo toreó muy asentado y con las zapatillas muy atornilladas sobre el lado derecho con sitio y valor. Por el pitón izquierdo no hubo la misma conexión, pero el torero se entregó en todo momento. Se volcó en el morrillo del toro, cobrando una estocada y saliendo rebotado. El vasco también puso fibra y valor ante un toro tardo pero con emoción en sus embestidas. Se encajó bien al natural y la faena tuvo mérito. Si la estocada no hubiera caído tan baja hubiera tocado pelo.
A El Fundi se le vio muy a merced con dos toros que no se lo pusieron fácil y pronto tiró por la calle de en medio. Alberto Aguilar fue volteado ante un Cuadri con mucho poder y fiereza, que luego cantó su condición de manso. Una papeleta muy dura para el torero madrileño, que lo intentó pero se echó en falta más técnica.
Un fiasco
La esperada corrida de Beneficencia celebrada el pasado miércoles resultó un fiasco. Fundamentalmente por el poco juego de los toros de Victoriano del Río, con varios astados muy justos de presencia, pero también porque los toreros no acabaron de aprovechar las cualidades de algunos de sus toros.
Es el caso de Juan Mora, que cuando había metido en la muleta a un toro con movilidad, pero sin romper, el torero decidió montar la espada y finiquitarle. Su segundo fue bravo en varas y tuvo cualidades en la muleta hasta que se rajó. Mora dejó pinceladas y detalles de toreo desmayado pero no acabó de aprovechar al toro. Morante de la Puebla pechó con un lote descastado, pero el sevillano pasa por un momento de apatía. Algún lance en su primero es muy poco para lo mucho que siempre se espera de este torero.
El Juli estuvo cerca de cortar alguna oreja, pero al final nada se concretó. El tercero era muy chico y la faena se vivió entre una fuerte división de opiniones. Le entendió muy bien y muleteó con limpieza y facilidad, pero no había emoción. La estocada en los bajos arruinó cualquier posibilidad de premio.
La capacidad de este torero obró el milagro de conseguir subir la temperatura en el sexto con un toreo de mano baja y limpieza. Cuando lo consiguió, el toro se aburrió y no embistió más. Desilusión generalizada con un cartel de tronío y de tanta expectación.