El enfrentamiento entre sus propias ‘familias’ ha hecho que el PP pierda la Alcaldía de Torrelodones
Manuel J. Ortega | Miércoles 22 de octubre de 2014
Será a partir de mañana, una vez constituidos los nuevos Ejecutivos locales, cuando empecemos a conocer la verdadera situación económica por la que atraviesan aquellos Ayuntamientos que, como consecuencia de los resultados electorales producidos el pasado 22-M, van a cambiar el color de sus gobiernos. Este es el caso de Collado Villalba, Colmenarejo y Cercedilla, donde el PP tendrá que hacerse cargo de la gestión municipal que durante varias legislaturas han llevado a cabo gobiernos de izquierdas. También puede ocurrir algo parecido, siempre que los pactos se cumplan, en los consistorios de Torrelodones y El Boalo, donde los hasta ahora regidores populares podrían dejar paso a gobiernos de coalición liderados por grupos independientes.
Dicho esto, retomamos de nuevo al escabroso tema de la economía municipal y por tanto de esas auditorías de infarto anunciadas por Génova, cuyo objetivo pasa por despejar las dudas existentes sobre el déficit oculto de algunos ayuntamientos. Y es aquí, donde el Consistorio villalbino puede cobrar un protagonismo especial, sobre todo si nos atenemos a su volumen presupuestario (más de sesenta millones de euros anuales) y a la opacidad mostrada por el Ejecutivo socialista a la ahora de rendir cuentas a la oposición. Ya se comenta que para poder llegar al fondo del problema, el nuevo Gobierno de Agustín Juárez no va a tener más remedio que levantar las alfombras de la Casa Consistorial para poder determinar un déficit multimillonario que sólo en el capítulo de préstamos bancarios ascendía a 34.923.000 euros, según los datos del Ministerio de Economía y Hacienda, a 31 de diciembre de 2010. Con el crédito cerrado, es muy posible que este Ayuntamiento, igual que otros, haya utilizado a los proveedores como fuente de financiación, de ahí la importancia que tiene ahora llegar a conocer el importe total de las facturas pendientes de pago, una cifra que los más optimistas calculan en más de 40 millones de euros. Y esas sí que son palabras mayores.
Apuntes a una crisis anunciada en el seno del PP de Torrelodones
Tras el ‘desinteresado’ apoyo del PSOE a Vecinos de Torrelodones para que, a priori, durante los próximos cuatro años gobierne este municipio, en el momento de escribir estas líneas nos llega la noticia de que acTÚa (escisión de IU), en otro gesto de ‘generosidad’, ha colocado la ‘guinda’ del poder encima del pastel de la ya alcaldesa electa, Elena Biurrun. Bien, los dos partidos de izquierdas han hecho lo que les pedía su confesa ideología, es decir, cargarse a su enemigo, el PP. Hasta ahí todo normal. Lo que ya no me cuadra tanto es que antes de empezar la legislatura Vecinos por Torrelodones, tan cuidadosos ellos hasta ahora con sus formas, haya incumplido su primera promesa electoral, que era no hacer pactos con nadie. Oficialmente no se puede probar que lo haya hecho con PSOE y acTÚa, al menos no hay papeles que lo demuestren, pero en política nadie da euros a cambio de cincuenta céntimos y tarde o temprano los pactos suelen salir a la luz pública.
En cuanto al descalabro del PP, hemos de decir que en el último mes era algo así como la crónica de una muerte anunciada, sobre todo desde el momento en el que se filtró que muchas familias ‘peperas’ pedían el voto para Vecinos, su “enemigo” acérrimo hasta entonces, mientras descalificaban la gestión de su presidenta, Gádor Ongil, a la que culpan de la crisis generada en la familia popular torrelodonense. Tan lejos ha llegado el enfrentamiento en este partido que -según hemos podido saber- la noche del 22 de mayo muchos de sus militantes celebraron el varapalo de Javier Laorden con cava y fuegos artificiales.
En Génova la Ejecutiva presidida por Esperanza Aguirre, cuyo cabreo nos consta, van a tener que hilar muy fino si quieren cerrar las heridas abiertas en el seno de su militancia para después recuperar cuanto antes la gobernabilidad de un Ayuntamiento que se suponía de ‘su’ propiedad. Javier Laorden, un candidato a la Alcaldía dotado de un intachable currículum, al final se ha convertido en un sorprendido invitado de piedra en este funeral, pero al menos ha tenido la gallardía de decir que no piensa renunciar a su acta de concejal, que va a estar en la oposición. ¿Pero hasta cuando? Javier, permíteme un consejo: cuando familias tan poderosas se declaran la guerra, lo mejor es quitarse de en medio.