El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
A medida que se acerca el 11 de junio, fecha fijada para la constitución de las nuevas corporaciones municipales, aumentan los nervios y rumores en aquellos municipios donde no hay mayorías absolutas. No es el caso de Valdemorillo, donde PP y PIVALDE han cerrado un pacto para formar un gobierno estable (con un importante papel fiscalizador a cargo del grupo independiente), pero sí en otras localidades como El Boalo, Colmenarejo, Navacerrada o Torrelodones, donde asistimos en los últimos días al habitual baile de declaraciones con una medida ambigüedad, mostrando las cartas sólo a medias y dando alas a todo tipo de especulaciones. Cierto que que si los ciudadanos han dictaminado con sus votos que es necesario buscar acuerdos y consensos, así ha de ser, pero de ahí a la tómbola de cargos y propuestas, de espaldas a los ciudadanos, hay un trecho muy largo, planteándose incluso coaliciones que se mueven entre el esperpento y el fracaso con tal de aferrarse al poder. Cabe pedir a los políticos de nuestra comarca un mínimo de responsabilidad, máxime en una situación como la actual en donde la estabilidad es capital para el funcionamiento de un Ayuntamiento. En ese sentido, y dentro de la planteada reforma de la Ley Electoral, quizá sería bueno establecer ciertos mecanismos correctores que eviten que pactos entre cuatro e incluso cinco grupos puedan arrebatar el gobierno por un único concejal a la formación más votada. Evidentemente, un Ejecutivo que salga de esa aritmética postelectoral, será tan válido como cualquier otro, pero sus integrantes deberían preguntarse también, mirando directamente al pueblo, si están mirando más por sus intereses o por los de los vecinos.