M Fernández
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hace pocos días, bajo el título “Quo Vadis, libertad de prensa” el director de un periódico se dirigía a sus lectores para advertirles que “desde hace años, la conjunción de tres factores, ambición sin límites de la clase política, inacción de una sociedad civil adormecida y la sumisión de empresas y periodistas, ha derivado en la crisis más angustiosa que se recuerda en el sector, agravada por otra crisis, la económica, que nos está destruyendo a pasos agigantados..."
Pocas semanas antes la FAPE, que agrupa a todas las asociaciones de periodistas de España, celebraba en Pamplona su LXX Asamblea y emitía un manifiesto en le que, entre otras consideraciones en torno a la falta de libertad, denunciaba el intento de anular la profesionalidad periodística mediante la aprobación de leyes que “tratan de convertir la información libre en un altavoz de mensajes políticos, cronometrados y de dudoso interés para las audiencias”.También el Papa al dirigirse a los participantes en la XVII Asamblea de Radio de la European Broadcasting Unión celebrad este mes en Castelgandolfo, hacía hincapié en la gran potencialidad de los medios de comunicación para favorecer el progreso de la humanidad y señalaba como deber de esos medios “alimentar una información correcta y un debate profundo para encontrar las mejores soluciones compartidas en una sociedad pluralista”. Los periodista de la FaPe se han comprometido “a mantener en el ejercicio de nuestra profesión los principios éticos y deontológicos que le son propios y defenderlos de cualquier amenaza”.El momento es difícil para la profesión, por las presiones políticas sobre las empresas, y para éstas, por la precariedad económica que a todos afecta.