El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La tradicional pegada de carteles dio inicio la pasada medianoche a la campaña electoral, después de unas semanas de tensa calma en las que los distintos candidatos han aprovechado para tomar posiciones de cara a los próximos días. Las encuestas anticipan, una y otra vez, una abultada victoria del Partido Popular en la Comunidad de Madrid, de modo que la incógnita parece estar más bien en saber si Tomás Gómez logrará mejorar o no los resultados de Rafael Simancas en la última cita con las urnas. De no hacerlo, será un nuevo cadáver político en el PSOE madrileño, mientras que si iguala o supera mínimamente las cifras de su antecesor, siempre podrá decir que su derrota vino de la mano del previsible voto de castigo a la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero. Porque aunque estemos ante unos comicios municipales y autonómicos, a nadie se le escapa que estamos ante lo que podría considerarse una primera vuelta de las elecciones generales que, en principio, tendrán lugar en el primer trimestre del próximo año.
Por otra parte, el panorama político aparece bastante despejado para el PP en la mayor parte de los municipios de la comarca, de San Lorenzo de El Escorial a Torrelodones y de Collado Mediano a Villanueva de la Cañada. Se vislumbran pocos cambios, salvo los que puedan llegar de la mano del empuje de distintas formaciones independientes en Navacerrada o Guadarrama, localidad esta última en donde cabe hacer un llamamiento al fair play ante una campaña dominada de forma inevitable por la lucha entre el PP y la escisión liderada por la alcaldesa, al frente de APPG. Llegan días de actos festivos, de mítines, de propaganda, de promesas y proyectos, de acusaciones y de salir a la calle, en unos casos para intentar recuperar el tiempo perdido a lo largo de la legislatura que ahora termina. Y junto a todo eso es imprescindible pedir cordura y responsabilidad, conscientes de que la realidad que aguarda tras el 22-M es especialmente dura desde el punto de vista económico y de que la ansiada recuperación todavía tardará en hacerse realidad de forma tangible.
En cuanto a localidades como Collado Villalba, la cita con las urnas también ha de convertirse en una censura a las políticas y actitudes de José Pablo González durante este tiempo (PSOE), certificando el punto final de una mayoría absoluta que ha sido gestionada desde el peor de los absolutismos, tal como han venido denunciando, desde diferentes ópticas pero compartiendo el diagnóstico final, tanto Partido Popular como Izquierda Unida. Aquí el PP tratará de trasladar a nivel municipal los resultados que ya ha logrado en autonómicas y generales, mientras que para IU el reto está en atraer a aquellos votantes desencantados con un gobierno socialista que ha hecho del despilfarro, la improvisación y la deuda sus más evidentes señas de identidad. Los vecinos tienen en sus manos cambiar el rumbo de una ciudad que no hace tanto presumía de ser la capital de la Sierra y que ahora únicamente destaca por los escándalos protagonizados por su alcalde y por ser uno de los municipios más endeudados de la región.