Opinión

Mítines y parados

Juan A. Micó

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Mariano José de Larra, el gran escritor y periodista español, en una de sus sátiras, definía al público que asiste a una obra de teatro como “el inquieto impertinente”. Larra sentía al espectador ‘inquieto’ por ver y oír a los actores y generalmente ‘impertinente’ en sus comentarios al terminar la representación. En definitiva, un acto de libertad de opinión, una libertad de la que Larra hizo gala en la difícil época que le tocó vivir, la Década Ominosa, los 10 años del absolutismo (1823-1833) que se implantó en España tras los tres años de liberalismo (1820-1823) vividos bajo la Constitución de 1812, es decir durante el periodo de nuestra tan conocida ‘La Pepa’.


Se preguntarán que relación tiene esta reseña histórica y literaria con el paro y los mítines políticos. Pues sí la tiene. España ha superado recientemente la escandalosa cifra del 21 por ciento del paro. Un inmerecido castigo aplicado a muchas familias ignoradas por unos políticos que estos días, la mayoría de ellos, andan sumamente preocupados en no quedarse en paro tras los comicios que se celebrarán el próximo día 22 de mayo. Y yo pienso que no deberían preocuparse tanto porque a fin de cuenta si se quedan en paro serían, ahora sí, verdaderos representantes de ese veintitantos por ciento de españoles que no encuentran trabajo.Cierto es que muchos de esos políticos no han trabajado en su vida en algo que no esté relacionado con el ejercicio político, pero no sufrirían mucho porque el partido pronto les apañaría alguna salida a su situación laboral.

Y siguiendo el hilo de Mariano José de Larra, debo decirles que no entiendo al público que asiste a un mitin político con banderas y pancartas aplaudiendo al líder del partido que les habla. Por estadística simple, de cada 100 asistentes a esos mítines más de 20 deberían estar parados. Luego, siguiendo al insigne escritor, deberían ser ‘impertinentes’. Pues ocurre todo lo contrario, es decir, la impertinencia no aparece y en su lugar gritan consignas a favor del líder del ‘Gran Hermano’. Y es que, una de dos, o entre ellos no hay ningún parado (¿les mantiene el partido?) o simplemente es que aparentan ser buenos y dóciles mientras esperan el próximo reparto de caramelos en forma de alcaldías, concejalías o escaños en los parlamentos regionales, unos cargos obviamente bien remunerados y con contratos no inferiores a cuatro años de duración.