Opinión

Alemania, el ejemplo a seguir

M. Gómez

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cuando era pequeño, en mi calle jugábamos al fútbol, a las canicas y a una cosa muy curiosa que se llamaba brilé y que consistía en declarar la guerra entre países. Los niños, al escoger jugador, luchábamos por representar a los más poderosos. ¿Quién no se pidió jugar a ser Brasil en una pachanga de fútbol? ¿Y quién no declaró la guerra a Alemania jugando a ‘sangre’? Pues bien. 30 años después las cosas han cambiado. Ahora los futboleros quieren jugar a ser España y el país a imitar es Alemania. Porque en un entorno económico de brotes verdes la frondosidad de la economía alemana parece querer pintar del color de la esperanza una Europa en crisis que vuelva a soñar con la recuperación. ¡La Alemania ha vuelto a los mercados europeos! Esperemos que sea para quedarse.


Pero la verdadera pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo lo han conseguido? Las causas son multiples: unas estructurales, otras coyunturales, pero ambas dignas de mencionar. La principal razón del repunte ha sido el incremento de sus exportaciones en materia industrial y electrodomésticos de consumo a los países emergentes. No debemos olvidar que la alemana es una tecnología contrastada, posicionada en la mente del consumidor europeo entre los escalafones superiores de los productos de alta gama. Como consecuencia de este proceso de confianza mental en su industria y de la existencia de una moneda común que imposibilita de devaluación de las extintas monedas nacionales (táctica usada antaño por algunos países para blindar sus productos e impedir el acceso a las importaciones), Alemania ha conseguido liderar en 2010 los flujos de exportaciones de la Zona Euro gracias a la competitividad de su producción. Pero hay más... Si bien las exportaciones, con un incremento interanual del 14 por ciento respecto a 2009, han sido el principal motor del despegue alemán, su crecimiento también se fundamenta en otras dos causas: el avance de su demanda interna y de la inversión, que tras registrar mínimos históricos ha encontrado a unos extraordinarios aliados interiores para recuperar su crédito: el miedo y la desconfianza hacia los mercados exteriores. Así que apuntémonos a la receta Merkel: investigación y desarrollo para mejorar la productividad y la competitividad nacional en un mercado de dimensiones globales. Sigamos a la locomotora y no nos limitemos a presumir de que formamos parte del tren mientras nos conformamos con ocupar siempre los vagones de cola.