ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Me llama un amigo que lee la columna de la semana pasada y me detalla el “Caso Vitoria”, que no tiene nada que ver con el “Caso Villalba”, aunque tirando del hilo a lo mejor hasta algo pudieran presentar en común, aunque sea sólo por ser ser ayuntamientos socialistas los que han “confiado” para conceder, bajo extrañas razones, sus ferias a Tomás Entero. Llegado el caso, se parecen porque este empresario el 25 de julio deberá dar toros en esta ciudad y también en Villalba. ¿Donde estará? A ver si con suerte va quedándose en la capital alavesa...
Este buen amigo me habla de “un millón para el mejor”. Me viene a la mente un viejo programa televisivo de TVE, cuando un kilo era una cantidad que estaba al alcance de muy pocos. El recordado Joaquín Prat subastaba aquella cantidad. Pero lejos de esto, el asunto era que al despierto y habilidoso empresario de Colmenarejo le dan un millón de euros, como lo están leyendo, por organizar la feria de Vitoria de este año. Como decía este amigo periodista, la prensa pesebrera y afín pocas veces se molesta en leer la letra pequeña y todo el mundo ha guardado silencio sin desvelar esta cantidad.
Este ha sido uno de los mayores pelotazos en lo que a concesión de plazas se refiere en los últimos años. Al fenómeno le doy la enhorabuena porque hay que tener muchos enchufes y muchos políticos de tu parte para que te suelten 166 millones de las viejas pesetas por montar este serial. A Chopera, sin ir más lejos, no se los dan. Ya dijimos que cuando Tomás Entero se metía era porque había una pasta gansa de por medio. Y así ha sido.
Los responsables de la Comisión Taurina de Viaturi se gastaron en 2010 más de ese millón de euros, pero ofreciendo unos carteles de categoría en tiempos de recesión y con la mala fortuna de que el público no respondió. Ganaderías de primera fila y la pomada del escalafón de matadores. Pero las cuentas ahora cuadrarán mejor para que el flamante empresario gane mucho y le salgan las cuentas Adiós a las mejores vacadas porque la clave radica en el ahorro y en el tijeretazo para recortar de todos los sitios y multiplicar ganancias. Esto va en perjuicio del aficionado.
Ganaderías de medio pelo, bajar la presentación del ganado y prescindir de las figuras para que de ese pastón al empresario le quede una buena cifra en limpio. El ciclo de Vitoria nunca será lo que era, y todo por la decisión de unos políticos que a menudo no piensan tanto la salud de su feria como en otros intereses.