Luis Pousa
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tiene razón Alex de la Iglesia. Hace ya un tiempo que Internet dejó de ser el futuro para instalarse en el presente, moldear la globalización y darle apoyo logístico a la sociedad del conocimiento. Como también es cierto que la industria del cine no puede obviar lo que es Internet, ni quienes lo usan, ni cómo lo usan ni cuáles son los códigos éticos que rigen el ciberespacio, al margen de las sacrosantas leyes del mercado. Eso es, aunque otras fueran las palabras, lo que el cineasta aprendió en sus encuentros con los internautas. Pues el fondo de este inacabado debate no está en la defensa de la propiedad intelectual, hay otros peajes.
Detrás de la ley Sinde 2.0 hay más intereses interesados que los de los artistas y la SGAE, esa agencia tributaria privada del negocio de la música. Está la presión del Gobierno de Estados Unidos, como hemos podido saber gracias a Wikileaks, y de los vecinos europeos.
No es por ganas de contradecirle al (ex) presidente de la Academia de Cine, pero, al contrario de lo que él ha afirmado en su magnífico discurso en la gala del 25 aniversario de los Goya, el mundo del cine sí le tiene miedo a Internet. Quizás porque no lo entiende. Y eso es también el mayor problema de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y del Gobierno de Zapatero.
Internet y las tecnologías de la información son actores principales del gran cambio que se está produciendo en el modelo económico a escala planetaria. El capitalismo está mutando y es evidente que la desregulación en exceso conlleva enormes peligros, de hecho han dado pie a las más grave crisis económica desde la de 1929. Sin duda hay que ordenar la Red, pero tanto para proteger derechos de la propiedad intelectual como para defender a los ciudadanos de los atropellos del poder político y el poder del dinero.
Josep Ramoneda lo explicaba hace unos meses con claridad y sencillez: “El Gobierno en vez de tratar de entender lo que es el nuevo modo de producción y distribución, ha sacado una ley que es antigua porque razona conforme a un estadio del sistema económico que ya está superado”. Hay que regular la Red, concluye Ramoneda, pero “sin estropear mucho lo que de bueno tiene”, y desde luego, “el camino no es criminalizar a los niños y a los jóvenes que entran al mundo por esta ventana”.
Hace unos años el novelista estadounidense de ciencia-ficción William Gibson, pionero en utilizar el término “ciberespacio” escribió: “El futuro ya está aquí, sólo que está muy poco distribuido”. Se refería, obviamente a Internet, situándolo en un contexto donde, por ejemplo, casi 3.000 millones de personas no tienen acceso al agua corriente. Según algunos informes, en la década que ahora iniciamos se producirá un estallido de creatividad en Internet, y el concepto de derechos de autor cambiará de forma radical. Los gobiernos serán incapaces de controlar esos flujos que, en ocasiones, se volverán contra ellos.