Toros

Iván Fandiño suma y Víctor Barrio convence en Valdemorillo

ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
La feria de Valdemorillo 2011 se ha saldado con un resultado un tanto plomizo. El ganado ha mantenido un tono discreto. La nota del ciclo es baja. En general, la mayor parte de los toreros contratados no han estado a la altura y no se han entregado lo suficiente. En parte, la culpa es suya, pero también hay que acuñárselo al empresario, porque todos dijimos que muchos no deberían de haber pisado el ruedo de esta feria serrana.

El único triunfador real es el novillero Víctor Barrio, que lo hizo por todo lo alto en el festejo más entretenido y esperado del serial. El único matador de toros en abrir la puerta grande ha sido César Jiménez, pero no acabó de rematar y no redondeó su tarde.


La faena de mayor contenido corresponde a Iván Fandiño, pero no lo rubricó con el acero, mientras que el único encierro que se libra del descaste es el de Peñajara.

A partir de ahí, es mejor pasar página porque queda muy poquito.

Excepto la bien presentada corrida de Buenavista, con varios toros fuertes (así deben ser todos, señor empresario), al resto le ha faltado cara y remate. El público ha respondido bien y ha habido buenas entradas.

Un maduro Iván Fandiño
La faena de más poso la realizó Iván Fandiño en la corrida de Peñajara del sábado 5 de febrero. Fue un encierro terciado, pero los toros se movieron y mantuvieron el interés. No se rajaron, dejaron mucho estar al torero y se les pudo sacar mayor partido, aunque les faltó emoción.

El torero vasco fue confiándose ante un astado bueno pero sin chispa, consiguiendo momentos de muy buen nivel. Hubo series macizas y con temple. Recetó un buen espadazo y le valió el trofeo. El presidente por su cuenta le dio la vuelta al ruedo entre las protestas del público.

El remiendo de Javier Gallego salió complicado y a la defensiva y en esta ocasión Fandiño anduvo aperreado y no estuvo nunca a gusto. Fernando Robleño paseó un trofeo del toro que abrió la función taurina. Este fue un animal con más raza que otros lidiados, y el torero hizo lo mejor cuando le atacó y le dejó la muleta puesta en el hocico. Cobró un buen espadazo. Su segundo oponente protestó mucho, pero aún así Robleño firmó un comienzo de faena muy torero y con pellizco.

Alberto Aguilar rememoró su etapa de novillero, cuando era un torero eléctrico y bullanguero y no el de los avances que mostró la pasada temporada. Es verdad que consiguió los momentos de mayor calado frente al tercer toro de Peñajara sobre el pitón derecho, pero luego su trasteo perdió mucho fuelle y tiró de otros recursos. Pudo tocar pelo, pero lo emborronó todo con la espada. El sexto fue un toro soso y Aguilar pasó de puntillas sin concretar nada lucido.

Mal Ferrera y Rubén Pinar
La corrida de toros de Buenavista, aunque dispar, tuvo fachada y alzada. El comportamiento fue desrazado, flojo, muy a menos y sin carácter. El sobrero lidiado en segunda posición tuvo más empuje y el sexto apuntó cosas, pero luego se desinfló.

César Jiménez cortó una oreja a cada uno de sus antagonistas gracias a dos soberanos espadazos. En su primero abusó de las posturas y se le vio muy afectado. Hubo un par de series buenas, pero luego todo se vino abajo.

Con el quinto realizó una faena muy similar que no convenció a nadie.

Antonio Ferrera tuvo un toro reservón que le midió mucho. El segundo de su lote fue complicado y no fue hasta que fue volteado cuando el torero se calentó más y consiguió exponer pases limpios, cosa que antes no había hecho. No gustó su actitud.

Rubén Pinar pasó de puntillas por la feria. Abusó de todas las ventajas posibles con su feble primero en una faena muy larga. El sexto era grande y Pinar no quiso verle, dejando una mala imagen. No queremos pasar por alto el agradecimiento al Ayuntamiento y al gabinete de prensa que dirige Margarita Martín por facilitarnos las credenciales para poder informarles con total libertad. No podemos decir lo mismo de Tomás Entero.