Opinión

Las Cajas, bajo mínimos

Jaime Rodríguez

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La historia de las Cajas de Ahorro está vinculada a la realización de determinadas actividades de contenido general a través de sus obras sociales. La obra social de las Cajas, en efecto, era la principal señal de identidad de unas instituciones que para ello nacieron.

Con el paso del tiempo las Cajas de Ahorro cayeron en mano de partidos políticos y de sindicatos. En este marco, los números rojos hicieron acto de presencia. Claro, si los créditos se otorgan con criterios políticos a consejeros y ex consejeros, y los gastos de los consejos crecen y crecen sin parar, al final suele ser bastante difícil cuadrar las cuentas. Si políticos y sindicalistas hubieran sido inteligentes habrían procurado poner a nuevos gestores, profesionales independientes al frente de las Cajas. Ahora el Gobierno de Rodríguez Zapatero, presionado por la Unión Europea y los inversores internacionales, tiene que proceder a una reforma que debió iniciar hace varios años. La cuestión es sencilla: convertir a las Cajas en Bancos tras la pertinente capitalización. El agujero debe ser de tal calibre que nadie se atreve a publicitarlo. Algunas instituciones hablan, son especulaciones, de 50.000 e incluso de 80.000 millones de pérdidas. El paso siguiente es obvio, despolitizar la estructura y funcionamiento de estas instituciones que, paradójicamente, fueron perdiendo su sensibilidad social con la llegada de políticos y sindicalistas a su seno. Es decir, adiós a las Cajas. Desde luego, en los tiempos que corren, instituciones financieras que asuman relevantes compromisos sociales no estarían de más dada la situación por la que atraviesa nuestro país.