El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El alcalde de Collado Villalba quiso finalizar el pleno extraordinario celebrado ayer, a instancias del Partido Popular, con un teatral golpe de efecto que en realidad se quedó en golpecito. José Pablo González mostró, como si aquello fuese un ejercicio de redención, una factura de su estancia en el hotel Grau Roig por los mismos 1.751 euros que figuraban en el extracto de su VISA Oro. Pero la factura en cuestión, más bien facturita, no detalla a qué corresponde dicho gasto: ¿Una habitación doble en régimen de alojamiento y desayuno? ¿Unas cuantas cenas? ¿Un servicio de niñera? ¿Extras de todo tipo que cualquier establecimiento de lujo como este oferta a sus huéspedes? ¿Unas botellas de Moët Chandon, tal como dijo el portavoz popular en el pleno celebrado el pasado 16 de diciembre? El regidor villalbino, una vez más, ha dado la callada por respuesta, mostrando la facturita -que de ninguna manera se ajusta a los estándares de un establecimiento hotelero- como presunta coartada de sus buenas prácticas, cuando en realidad lo que hace es sembrar aún más dudas acerca de aquella Nochevieja en Andorra, acompañado por los empresarios José Carlos Gómez y Evaristo Núñez Milara.
Nada sabemos tampoco de las vacaciones de José Antonio Gómez Sierra con el primero de estos constructores en Punta Cana, con la salvedad de que en este caso el ex edil de Urbanismo (ahora en Hacienda) ni siquiera se tomó la molestia de presentar un mísero recibo. Era difícil esperar algo distinto de este Equipo de Gobierno, pero sin duda ha perdido la oportunidad de actuar de forma mínimamente transparente en un asunto tan turbio como el que nos ocupa, dentro de una tela de araña que comienza en las numerosas obras adjudicadas a estos promotores (con el túnel-parking de Honorio Lozano y Batalla de Bailén a la cabeza) y tiene su último capítulo en el empecinamiento por construir un centro comercial en la zona de la ITV.
Hasta 50 preguntas formuló el presidente y portavoz del PP villalbino, Agustín Juárez, obteniendo en todas ellas idéntica respuesta: el silencio más absoluto. Si no hay nada que ocultar, ¿qué teme entonces el alcalde? Si de nada se esconde, ¿por qué no crear una comisión de investigación? Si asegura defender los intereses de todos los vecinos, ¿por qué no ofrece una respuesta al escándalo de las fotos? Lo único cierto en todo esto es que José Pablo González no quiere responder a las decisivas cuestiones planteadas por los populares, ¿o acaso es que no puede porque sus silencios ocultan escándalos aún mayores? A falta de lo que dicten las urnas en las elecciones del próximo 22 de mayo, pocas veces hemos asistido, desde el punto de vista político, a un silencio tan culpable como el protagonizado ayer por el regidor y candidato socialista, cuya actitud, en cualquier caso, es la mejor metáfora de su gestión: un lamentable fundido a negro.