OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tras una semana de descanso, volvemos a detenernos en Valdemorillo con “un modelo fallido”, lo que viene a ser lo mismo que la cascada de incumplimientos protagonizados por el constructor del coso y su compañero de viaje, el empresario Tomás Entero. Una feria cada vez más reducida, con una calidad inferior a cuando estaba la plaza portátil y con una subvención municipal muy por encima de la que existía sin la cubierta. Esta es la gran verdad, y los aficionados y los vecinos de Valdemorillo son conocedores de ello.
Es curioso cómo en el contrato entre Ayuntamiento y el promotor se dice que este último se compromete a organizar cuatro espectáculos, bien corridas de toros o novilladas picadas, pero nunca se habla de una novillada sin picadores, que además se utiliza como gratuito para los empadronados. Este festejo de promoción, metido con calzador, tiene un además un doble filón, porque al ser de la Escuela Taurina de Madrid se financia a la empresa casi en un 50 por ciento. ¿Por qué calla el Ayuntamiento ante esto? También se indica que en las corridas de toros deben aparecer diestros de entre los 30 primeros del escalafón. Y a las pruebas me remito para afirmar que varios no cumplen con este requisito y también se tolera.
Uno de los escándalos se produjo al prorrogar el contrato de arrendamiento a la empresa de Antonio San Román de 13 años que había firmados a 25. Por tres mínimas “mejoras”, por tres ridiculeces que cuestan muy poco dinero, el Ayuntamiento serrano permitió “regalar” la gestión a quienes ya sabemos un buen puñado de años. La próxima semana, más.