Opinión

Una mascarada insoportable

P. Carrillo

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Es costumbre que en estas fechas predominen las frases hechas: “Paz a los hombres de buena voluntad”, “Próspero Año Nuevo” y otras varias que van desde la cursilería hasta las más cínicas, pero como el relajo se enseñorea durante estos días, no se deben alterar los pulsos a pesar de que el estrés esté más presente que el pavo y los turrones.

Entre tanta fanfarria no debieran olvidar que los problemas no reciben sino dilaciones; las soluciones están por venir y el panorama no invita a la indiferencia ciudadana, sino a todo lo contrario. He buscado en el diccionario el significado inmoralidad, y me encuentro con esto: “Contrario a la moral: se aplica a las acciones donde hay fraude o engaño, en que se negocia o se obtiene lucro de cosas que no son para negociar....” Me explico: si las leyes las dictan unos señores inmorales, la legalidad de facto, está impregnada de inmoralidad. ¿o no? Fijese en un hecho singular. Ellos dicen que no sólo han de congelarse las pensiones sino que paulatinamente tendrán que reducirse o aumentar los años de cotización. Sin embargo ellos tienen la facultad de blindar las suyas y conseguir una cotización prácticamente simbólica -siete años-, para jubilarse con la pensión máxima y compatible con cualquier otra actividad. Además, por el mero hecho de ir a apretar el botoncito que le indiquen, cobran unos 6.000 euros limpios al mes, de los cuales sólo cotizan su sueldo base -3.126- porque el resto son dietas y complementos de los cuales no les descuentan absolutamente nada. Estamos refiriéndonos a esos señores que hacen las leyes y que cuando toca hacer recortes se blindan mientras suprimen las ‘limosnas’ de los 426 euros a los pobres parados de larga duración. Y mientras tanto la sociedad, sin saber distinguir entre lo legal y lo inmoral, sigue votándolos sin romper la baraja