Un novillo se escapó del encierro, aunque afortunadamente no causó incidentes
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Un novillada, un festejo de rejones y un concurso de recortes formaron la feria de la incomparable localidad de Navacerrada. El resultado fue una vez más bastante gris. Navacerrada tiene un coso formidable, enclavado en un espléndido paisaje natural y que merecería albergar festejos de otra categoría y seriedad.
El Ayuntamiento debe dar un vuelco a la situación actual para que la plaza recupere el auge que tuvo hace años
Las distintas empresas que han pasado por aquí han ido dejando festejos de abandono y sin interés alguno. No se trata de “tirar la casa por la ventana”, sino de conseguir buenos espectáculos con trabajo, esfuerzo y años de sacrificio.
El festejo de rejones del sábado 9 de septiembre apenas dejó algo destacable a consecuencia del pésimo comportamiento del ganado de Sánchez de Valverde y la poca pericia de los caballeros rejoneadores. Javier Cano se enfrentó en primer lugar a un novillo emplazado en los medios y que no se dejó ni banderillear ni matar. Cano pasó un quinario con él y si se le dejo vivo no fue por su voluntad, sino porque matar aquel animal con indicios de estar toreado era un problema casi imposible de resolver. Sonó el tercer aviso y el novillo regresó vivo a los corrales. El cuarto fue algo menos malo y Cano le compuso una labor entonada y valerosa, destacando en tres banderillas al estribo. Tras un rejonazo efectivo se llevó un trofeo.
José Antonio Mancebo, por su parte, dejó entrever muchas limitaciones y se mostró muy torpe manejando las cabalgaduras, hasta el punto de que un caballo fue alcanzado por el segundo novillo, propinándole una grave cornada en el anca. Tras pasar muchas veces en falso y medio rejonazo defectuoso, paseó una oreja. Con el cuarto, Mancebo estuvo desconfiado, recibiendo silencio.
La novillada con picadores celebrada el domingo 10, tuvo en su prólogo un incidente importante. Por la mañana, un novillo consiguió romper un tablón y escapar de la manga del encierro, provocando un verdadero caos en el municipio. Afortunadamente, el suceso no pasó a mayores y el animal fue abatido a tiros por miembros de la Guardia Civil, que consiguieron que el astado no consiguiera llegar al casco urbano.
La novillada era de Francisco Madrazo. Estuvo correctamente presentada, con tipos variados pero luciendo puntas. El encierro resultó un punto soso y sin ninguna complicación para los espadas, siendo el tercero un novillo importante.
Miguel Calpe dejó una sensación muy triste, ya que estuvo toda la tarde excesivamente desconfiado y sin ponerse de verdad en ningún momento. Abrevió con su primero, un marrajo en toda regla y tampoco metió mano al cuarto, un novillo noble que se rajó. Fue silenciado.
Julián Simón toreó bien de capa al segundo, un novillo potable sin demasiada raza. El de Brunete realizó una faena entonada y corrió la mano con buen tacto. Tras media estocada paseó un trofeo. Con el quinto, un astado descastado y parado, el chaval lo intentó.
Pepe Moral se llevó el premio, el tercer novillo. Un animal cárdeno, asaltillado y con tocado de pitones que humilló una eternidad con el capote y que tuvo un gran fondo de clase, largura y temple en el último tercio. Moral le lanceó con buen aire y compuso una labor intermitente e intercalada con muletazos largos a un novillo con duración y profundidad. Mató bien y toco pelo. El novillo recibió una fuerte ovación en el arrastre y la sensación final es que llevaba mucho más dentro. Con el que cerró plaza, un novillo manso, el sevillano, no tuvo opción, ya que el animal se paró.