Tomás Alberich
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Si el marcado manda, ¿por qué no nos ahorramos los gobiernos?, se preguntaba El Roto en El País. Los mercados andan revueltos, la bolsa sube y baja como si fuera una montaña rusa. Se dice que los mercados obligan a que el Gobierno tome medidas impopulares, incluso que los mercados la han tomado con España. Pero ¿por qué les llamamos mercados cuando queremos decir grandes empresarios y banqueros? ¿Por qué les llamamos empresarios cuando queremos decir especuladores? ¿Especuladores o mafiosos? O (el peor insulto de España) ¿mafiosos o controladores aéreos?
. Pero, en serio, hay preguntas fastidiosas que nos hacemos: por qué Zapatero y Rajoy dan la impresión de que se pelean sólo por demostrar quién es el más neoliberal. Están en una carrera desenfrenada por mostrar quién es el mejor seguidista de las doctrinas reguladoras del FMI, quién lleva a cabo con más fidelidad sus mandatos. En 2008, recién había explotado la crisis, se dijo que era necesario regular el mercado, que se necesitaba crear un nuevo marco regulador, ya que la crisis -opiniones casi unánimes- había sido provocada por una especulación sin control. Incluso los mayores líderes conservadores hablaron de la necesidad de una “refundación del capitalismo”. Pero en dos años hemos pasado de “hay que meter en cintura a los Mercados, regularles...” a “nos han metido en cintura, el Mercado manda”. Hay que flexibilizar las relaciones laborales, abaratar los despidos. Las medidas -impopulares- nos vienen impuestas por los mercados y por Europa... (dice el PSOE) o directamente: “hay que trabajar más y ganar menos...” (declaraciones del presidente de la Confederación de Empresarios, el mismo que ha sido denunciado por estafar a consumidores -vender billetes de avión inexistentes -y a sus propios trabajadores- les debe millones mientras el disfruta de sus mansiones).
Así las cosas, el Gobierno anuncia una nueva vuelta de tuerca: privatizaciones, venta de propiedades públicas, como aeropuertos y loterías... pan para hoy y hambre para mañana y la peor medida de todas (de momento): la anulación del subsidio de 420 euros a los que hayan agotado la prestación del desempleo. Tenemos 4,5 millones de parados y ya el 40 por ciento no cobra nada. ¿A qué se va a dedicar toda esta gente si no encuentra trabajo? “Se va a ampliar la formación”, dice el Gobierno, pero se olvida de que de los cursillos no se vive, no se come. Mientras, los bancos europeos hacen su agosto con la crisis. Por ejemplo ,el BCE (que financiamos todos) le presta dinero al 1 por ciento y ellos se dedican a prestarlo a los gobiernos al 4 ó 5 por ciento o más según esté el movimiento especulativo. Las diferencias económicas y sociales -entre los que más tienen y los que menos, no han parado de crecer en los últimos decenios y con la crisis la brecha aumenta-. ¿Hasta cuando aguantarán los parados y los jóvenes? El PSOE aplica las políticas que proponía anteriormente -en voz baja- el PP. Piensan que haciendo lo que reclama la derecha tradicional mantendrán los votos y la confianza. Se equivocan: el PP siempre dirá que les copian y que lo hacen tarde y mal. Y una parte de la ciudadanía, cuando lleguen las elecciones, preferirán votar a la propuesta original antes que a una mala fotocopia.