ESTEBAN PEÑA Collado Villalba
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tras la publicación de unas fotografías que desvelan lujosos jolgorios y lejanos viajes entre el constructor (beneficiado por la inmensa mayoría del dinero empleado en obras públicas por parte del Ayuntamiento de Collado Villalba) y los gobernantes del Consistorio en cuestión, se está intentando desviar la atención sobre el caso alegando las más inverosímiles excusas; desde una presunta conspiración de medio municipio contra su alcalde hasta supuestos recibos que ‘justifiquen’ la ‘casualidad’ de tan inapropiados encuentros.
Estos intentos de excusar lo inexcusable no deben hacernos perder la atención sobre la relevancia y gravedad de los hechos que reflejan las instantáneas publicadas y por nadie desmentidas.
Lo realmente importante de este turbio asunto no es quién consiga ahora un recibo de la tarjeta de crédito, o si existe o deja de existir una conspiración judeomasónica en torno al próximo pelotazo urbanístico. Lo importante de este ‘caso Villalba’ gira en torno a cuestiones como la siguientes:
¿Es lícito, como cargo público, otorgar a la empresa de un amigo 55 millones de euros en obra municipal con cargo a todos los villalbinos? ¿Hubiese conseguido la empresa Cover todas esas licitaciones de no mediar esa amistad? ¿Eran totalmente necesarias esas obras? ¿El coste hubiese sido el mismo de haberlas realizado otras empresas con menos cercanía personal a los ediles? ¿Podemos estar seguros de que la evidente relación que muestran las fotografías no ha influido en ningún caso en las adjudicaciones otorgadas? ¿Tendría Villalba el mismo déficit de no existir esos amiguismos? ¿Podemos estar absolutamente seguros de que se han respetado las premisas de igualdad, mérito y capacidad entre los distintos concursantes como se le exigen a cualquier modesto trabajador público?
Yo, desde luego, tengo muchas dudas después de lo publicado