Editorial

Nuevas casualidades en el rompecabezas del centro comercial de Collado Villalba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El culebrón del centro comercial que el Ejecutivo de Collado Villalba pretende impulsar en la zona del Caño de la Fragua no termina de deparar sorpresas, dentro de la sucesión de casualidades a la que asistimos desde hace semanas en este auténtico rompecabezas. En la anterior edición de El Faro del Guadarrama revelábamos que el domicilio del apoderado y consejero de la única litigante en el concurso (Eurofund Investments La Villa S.L.U.), y a la vez director general de Metro Cuadrado Global -encargada de promover la encuesta realizada en 2008 acerca de las necesidades y demandas comerciales de los villalbinos-, coincidía con la sede de esta última empresa, lo que ponía en entredicho sus intentos por desvincularse de la operación. Sin embargo, este caso, en el que la oposición no ha dudado en hablar de un intento de pelotazo urbanístico, da una nueva vuelta de tuerca al conocerse ahora que la sede de Metro Cuadrado Global -y domicilio de Pedro Pérez Montero, según consta en la documentación aportada al Ayuntamiento- es la misma (número 16 del Edificio América III, en la calle Adolfo Pérez Esquivel, 3; Las Rozas)- que la oficina de IGS Villalba, promotora en la que figura como propietario Evaristo Núñez, quien también es administrador único de El Telégrafo, el medio de comunicación que con más entusiasmo ha defendido la construcción del citado centro comercial y que ayer mismo aún se permitía el lujo de dar lecciones de democracia al presidente y portavoz del PP local. Se cierra así, por el momento, un círculo de coincidencias con una única dirección y la vista puesta en los terrenos de la ITV, dejando al descubierto que en este proyecto no se estaban defendiendo precisamente los intereses de Collado Villalba y sus ciudadanos. Desde el punto de vista político, el Equipo de Gobierno, que ayer reiteró su intención de convocar un nuevo concurso, debería tomar buena nota si es que no sabía de estas casualidades, planteándose si de verdad es el momento de continuar con un proceso que aparece cada vez más contaminado, por mucho que se empeñe en negarlo; pero es que, además, desde una perspectiva estrictamente profesional, asistir al enmascaramiento como información de determinadas posiciones empresariales es directamente deplorable.