Opinión

Bajo el umbral de la pobreza

EL MIRADOR

J. Marchena

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cuando la ‘desaceleración económica’ de Rodríguez Zapatero era ya crisis pura y dura en las calles de España, el alcalde de Jimena de la Frontera (Cádiz), Pascual Collado, me comentó de forma muy cruda: “Jorge, la crisis le está tocando las tripas a la gente”.

Por su despacho llevaban meses pasando ciudadanos que, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, habían engrosado las filas del INEM y pedían lógicamente trabajo “de lo que sea”. A medida que ha pasado el tiempo, la gente ya no le reclama un empleo. Ahora, la mayoría se conforma con una ayuda para comer, para pagar el alquiler o la hipoteca, para abonar el recibo de la luz o el agua, para la leche del niño... Y Pascual no deja de escucharles impotente, y, cuando el caso es muy desesperado, echa mano a su cartera para tapar un agujero, porque las arcas municipales no están para muchas alegrías: dan para pagar nóminas, gasto corriente y poco más. A poca distancia de Jimena de la Frontera está Alcala de los Gazules, donde los parados se concentran ante las puertas del Ayuntamiento, un día sí y otro también, como si fuera la oficina de empleo. Su regidor, Arsenio Cordero, sufre en sus carnes la desesperación de quienes no encuentran trabajo, de quienes se les acaba el subsidio o la ayuda, de quienes están bajo el umbral de la pobreza cuando no hacía mucho vivían dignamente.

Collado y Cordero, como otros muchos alcaldes, le ponen todos los días cara al paro en una provincia que durante esta crisis ha perdido 85.000 empleos -hay 170.000 parados-, y saben que muchos de ellos tendrán aún que esperar para recuperarlo.