Opinión

Historias sobre el DNI

EL KIOCO

A. Morillo

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Lo del DNI es la mar de curioso. Un día lo necesitas y te das cuenta que está caducado. Preguntas y sacas número para renovarlo, una fotografía y 10,10 euros cambiados. Pero no sabes que hay colas desde la más temprana hora, colas larguísimas... Y yo creo que es de las pocas colas que todavía quedan en España. Y esta tiene su sabor y su castaña. Al final, después de dos o más horas, si es que no tienes que volver otro día, llegas a la mesa donde dos sufridos policías nacionales luchan con una maquinita conectada a la red. Allí te hacen poner el dedo para las huellas, pero ni el dedo ni la máquina compaginan.

Vueltas y más vueltas al dedo y el pobre guardia sin saber qué hacer ni qué decir, mirando al techo, hasta que al final desde la Central dan el okay. Una semana más tarde te llaman para, previa cola, entregarte el DNI ya electrónico, que te sirve hasta para hablar con la Administración.

Tan importante y tan trabajosa es la operación del DNI que mire usted lo que le pasó a una mujer. Le robaron la cartera con todo lo que llevaba. Y lloraba desconsoladamente. “¿Tanto dinero llevabas en ella”? le preguntaron. Y respondió: “Lo de menos es el dinero, lo malo es que tengo que volver a sacarme el carné de identidad”. Y a otro le robaron el coche, pero el ladrón, muy cortés, le dejó una nota diciéndole que por necesidad y urgencia se lo llevaba, pero que lo encontraría en tal sitio y a tal hora. Y así fue, con otra nota en la que el ilustre ratero, como agradecimiento, le obsequiaba con una noche en un hotel, todos los gastos pagados. Tras comprobar que la oferta era cierta se fue una noche al hotel señalado y a la vuelta (el ladrón le había sustraído el DNI con sus datos) encontró el domicilio totalmente desvalijado.