Opinión

En gilipollez no nos gana nadie

EL KIOSCO

J. Esquete

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Aquí, como cada vez somos más gilipollas, copiamos todas las estupideces que nos vienen del extranjero, y cuanto más hortera sea la soplapollez, más nos esmeramos, para que luego digan que no valemos para nada.

Estados Unidos es un país admirable por muchos conceptos que debe servir de modelo para el resto de las naciones. Tiene, por ejemplo, universidades clasificadas entre las mejores del mundo, pero en vez de copiar de Harvard o Princeton, muchos jóvenes españoles imitan en vestimenta, gestos y comportamiento a los más tirados delincuentes de los barrios marginales neoyorquinos, Y como somos así, en vez de copiar el patriotismo de los yankis, nos ha dado por implantar la imbecilidad esa del jalogüin, que consiste en mandar a los niños por casas disfrazados de draculines, vampiresas o muertos vivientes para que les abran la puerta, al grito de “trick or treat” (“truco o trato”), es decir la pasta o unas golosinas so pena de ‘bombardear’ con huevos, harina, espuma de afeitar o guarrería similar al vecino. El objetivo de impulsar la mamonada de Halloween es doble: por un lado, se está cumpliendo el viejo objetivo izquierdero de paganizar todo lo que huela a religión o simple espiritualidad; y, por otro, advertirnos de que o nos plegamos a la exigencias de los monstruos Rub-al-Baaba, la Puaj-In y compañía -que no necesitan disfrazarse- y les damos la gominola del voto o la gollería del silencio cómplice en su negociación con los bandoleros del Norte (trato), o nos ponen perdidos (truco) a base de cañonear con querellas a la prensa libre de oposición al desmadre gubernamental, o llevarnos esposados a los juzgados más dóciles con las acusaciones más demenciales.