Toros

Adrián de Torres corta una oreja de ley en la última novillada de la temporada venteña

▼MARTÍN NÚÑEZ SE CORTA LA COLETA Y LUEGO SE ARREPIENTE

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La última tarde de la temporada en la plaza de Las Ventas dejó muy buenas sensaciones. El novillero Adrián de Torres paseó una oreja de ley, pero lejos del trofeo en sí, lo importante
fue la excelente imagen que ofreció y el hecho de estar ante un novillero con el que hay que contar.

Al jienense este año le han tenido un poco apartado, pero cuando le han dado cancha, como ocurrió en la feria de Guadarrama, aprovechó sus bazas: valor natural, torear despacio y
pasarse a los novillos muy cerca y quieto sin vender nada a la galería. Tendrá que limar fallos, pero por lo pronto ha cortado una de las pocas orejas de la temporada en Madrid y ha cogido ambiente de cara a 2011.


La oreja se la cortó a un novillo de Rocío de la Cámara con mucha movilidad y encastado, pero que no se salía de la muleta y embestía a media altura, a veces muy descompuesto. La apertura por estatuarios tuvo ceñimiento y emoción. No fue una labor perfecta, pero sí tuvo el mérito del valor, el querer torear bien y no descomponerse nunca ante un novillo con problemas y genio. Se palpaba la emoción en el tendido ante un astado arreando y un novillero que quería. Sufrió una fea voltereta y volvió a ponerse a cara de perro. Subió la intensidad de la faena toreando al natural muy ceñido y con rotundidad, pasándose los pitones muy cerca y exponiendo. Tras unas ceñidas manoletinas dejó una estocada de efecto rápido. Adrián de Torres se mira en José Tomás y mientras sea innato es un buen espejo.

Tenía todo a favor de obra en el sexto, pero el novillo de Rocío de la Cámara recibió un duro castigo en varas y el animal, unido a su escasa raza, lo notó y pronto se vino abajo, aunque el torero mostró deseos.

Martín Núñez vivió la cara amarga precisamente porque está muy limitado, aunque no quiera darse cuenta. Esta profesión es muy dura y está hecha para elegidos. Con el manejable cuarto, realizó una faena de querer y no poder. El sevillano estuvo descompuesto, pasando un mal rato y sin ninguna firmeza. En un calentón arrojó la coleta y decidió abandonar la profesión. Luego ha dicho que se arrepiente y que desea seguir. Muy respetable, pero lo que no puede ser, pues eso, que no.

El novillo que abrió la última novillada de la temporada tuvo mucha calidad por el lado derecho. Martín Núñez se dio cuenta tarde y su faena fue discontinua y sin acople.

El sevillano Manuel Fernández puede ser un caso parecido, aunque no se cortara el añadido. Estuvo a merced de su primer oponente de Rocío de la Cámara, un ejemplar
complicado pero al que se le vio muy falto de ideas. El quinto fue manejable y no hubo entendimiento entre toro y torero. La afición se despidió hasta 2011.