LUCES Y SOMBRAS
Los ‘parasubidistas’ se quedaron sin recompensa -¿Y ahora quién va a pagar las ‘copas’?
Manuel J. Ortega | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los perdedores siempre utilizan algún tipo de lectura que les lleve a no reconocer la derrota. Y eso es lo que están haciendo estos días algunos los seguidores de Trinidad Jiménez, a cuyo glamour se encomendó, primero, Zapatero y a renglón seguido toda la tropa de trepas que buscaban con la victoria de la aún ministra de Sanidad, aplacar sus ansias de poder. Ahí estaba Pepe Blanco, ejerciendo el papel de principal protagonista en la estrategia urdida para que su adversario, Tomás Gómez, perdiera las primarias. me temo que esto no lo hacia Pepiño sólo para conseguir el gobierno de la Comunidad de Madrid, sino también el poder de una federación decisiva de cara al postzapaterismo. A tal fin escogió a aquellos peones que por una u otra circunstancia estuvieran interesados también en frenar en seco al ex alcalde de Parla, caso de la secretaria de Política Internacional, Elena Valenciano, y de Pedro Zerolo, indignados por el hecho de que Gómez le hubiese dicho ‘no’ a Zapatero; a Lissavetzki, político comprometido con Ferraz, sobre todo desde su designación como candidato a la Alcaldía de la capital; a Rafael Simancas y Ruth Porta, enemigos irreconciliables de todo lo relacionado con el ‘tomasismo’. Entre los elegidos también estaban el alcalde de Collado Villalba, José Pablo González, o el edil del Ayuntamiento de la capital, David Lucas, ambos en su condición de expertos parasubidistas muy interesados en ocupar un cargo de consejero en el hipotético gobierno de Trinidad Jiménez. Este grupito aparecía casi a diario en la foto junto a la ministra, realizaban declaraciones o enviaban escritos a los medios y, además, caso del regidor villalbino, se encargaban de hacer el trabajo sucio para desacreditar al adversario en una absurda batalla fratricida que, desde el primer momento, me pareció innecesaria, superflua, inoportuna y hasta peligrosa para los intereses del PSM, puesto que el beneficio de una victoria era muy escaso y las consecuencias de una derrota, bastante graves.
Aún así, Tomás Gómez obtuvo un triunfo indiscutible y no sólo por la diferencia de votos que le separaron de Jiménez (más de 500), sino porque, como dijo Joaquín Leguina, “esto va a servir para que los dirigentes de Ferraz recuerden algo que parecían haber olvidado: que el poder reside en la militancia y que a la militancia no le gustan los paracaidistas”. Por eso yo no creo que Gómez haya derrotado a Zapatero, y no lo creo porque el presidente no tenía nada en contra del secretario general madrileño, ni siquiera creo llegase a pensar que la derrota de Esperanza Aguirre fuera posible con Trinidad Jiménez haciendo el papel de una Juana de Arco al uso; lo que sí ha conseguido el ex alcalde Parla es reconquistar el derecho natural y democrático de ser candidato y de aspirar a partir de mayo a gobernar la Comunidad de Madrid, aunque ello, a priori, parezca bastante complicado
División de votos en la Sierra
Pero volviendo al desarrollo de la jornada electoral del pasado domingo, y pese a los esfuerzos realizados por el regidor villalbino y su séquito de fieles colaboradores, entre ellos muchos concejales y algunos cargos de confianza, todos ellos enfrascados en la misión de convencer las agrupaciones serranas para que apoyasen a Trinidad Jiménez, lo cierto es que al final los socialistas residentes en nuestra comarca repartieron sus votos al 50 por ciento entre ambos candidatos. Tanto es así que la diferencia no superó los 80 refrendos, de ahí que se pueda hablar de un empate técnico, más si tenemos en cuenta que esta diferencia se generó en la Agrupación Socialista de Collado Villalba, donde Jiménez aventajó al ya candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid en 88 papeletas, una diferencia muy pequeña a tenor del censo de afiliados (262) y de la campaña desplegada por el grupo dirigido por José Pablo González.
Futuro incierto
Algunos socialistas ya han salido a la palestra pidiendo que se pasara página para así evitar que pueda aumentar la división en del seno del PSM, y son muchos los que reconocen como un mal menor que haya ganado Tomás Gómez, pues de haberlo hecho Trinidad Jiménez, Zapatero se estaría ya enfrentando a la acusación de imponer a su candidata con malas artes, debilitando con ello a los socialistas madrileños y partiéndolos casi por la mitad, por lo que hubiesen llegado a las elecciones de mayo en peores condiciones que de no haber celebrado primarias (si ello es posible). Aún así, cuando en política se cometen tantos y tantos errores, los dirigentes de los partidos exigen de inmediato responsabilidades, de ahí nuestra pregunta: ¿Y ahora quién va a pagar las copas? Me temo que esta ronda, salvo que Zapatero diga lo contrario, tiene un único destinatario: José Blanco.