Opinión

La claudicación de ‘La Meca’

EL MIRADOR

J. Aguilar

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los propietarios de una macrodiscoteca de Águilas (Murcia) llamada La Meca han decidido cambiar algunos elementos arquitectónicos del local. Se gastarán 100.000 euros en la correspondiente remodelación.


No ha sido por gusto, sino por miedo. Por miedo a la intransigencia de los fanáticos. Nadie había objetado durante años de exitoso funcionamiento ni su nombre comercial, ni que el remate de su cúpula fuera una media luna, ni tampoco que parte de su arquitectura simulara un minarete. Hasta que un incidente con un musulmán que no quiso trabajar de portero en La Meca saltó a ese caldo de cultivo de todos los radicalismos que a veces es internet, y a los vídeos con imágenes de los propietarios siguieron las llamadas al boicot de los intereses españoles por una sura del Corán que ordena demoler cualquier sitio donde “se mencione el nombre de Alá en vano”; y de los vídeos se pasó de inmediato al ataque a la página web de la disco por parte de un pirata que exigía el cambio inmediato del nombre. De lo contrario, “habrá una gran guerra entre España y el pueblo del Islam”, amenazaba la criatura.

Se comprende el temor de los propietarios de La Meca, ingenuos ellos al creer que seguía siendo un gesto amable y atractivo bautizar comercios con el nombre de la Meca de los pantalones o qué decir de la Meca del cine. Tanto pavor les entró que aceptaron la inspección de varios líderes de la comunidad islámica de Murcia, quienes, como peritos de la ortodoxia, supervisaron la macrodiscoteca, hicieron fotos, tomaron notas y dictaminaron: esto hay que cambiarlo.

Así se hizo. La Meca será a partir de ahora La Isla y se quitará todo aquello que pudiera soliviantar los espíritus sensibles de los musulmanes del mundo. Si el anuncio de un cura loco de que iba a quemar ejemplares del Corán ha movilizado a la Casa Blanca, no iban a ser unos modestos empresarios del sector del ocio quienes se inmolasen por un quítame allá esos minaretes. Se trata de ganarse la vida sirviendo copas y poniendo música, no de hacerse el héroe y exponer a los clientes a la furia de locos de otro signo. Aún lleva escolta el dibujante que tuvo la ocurrencia de caricaturizar a Mahoma. Todavía si hubieran ofendido a Benedicto XVI... Es triste que sucedan estas cosas en un país libre. En justa correspondencia deberían cerrarse todos los bares y discotecas que se llamen, por ejemplo, La Sacristía, El Sagrario, El Vaticano, El Buda, La Sinagoga. O todos moros (perdón: musulmanes), o todos cristianos.