OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hace varias semanas que acabó la feria de Santiago Apóstol de Collado Villalba. Fuimos a cubrir la feria para este periódico, pero la jefa de prensa del señor Tomás Entero tuvo a bien no acreditarnos. Es una subordinada y cumple órdenes. Las cosas ocurren por obra y gracia de su jefe, el empresario Tomás Entero, el mismo que se lleva 238.000 euros del Ayuntamiento por organizar una feria bajo mínimos, con carteles mediocres y peores resultados. A todo esto le sumamos los ingresos en taquilla, la venta de las carnes y los bares... Y también los 95 euros que le costó a El Faro contarles a ustedes lo que ocurrió en este ciclo. Pero si esta es su venganza nos parece ridícula y cutre.
La libertad de expresión es así. La independencia, el no acatar imposiciones y chantajes tiene estas cosas. También algo tendrán que decir el alcalde y algunos concejales del trato dado a un medio de esta ciudad, porque muy posiblemente eran conocedores de la situación.
Poco importa, porque si estos políticos por casualidad no vieron la feria de su pueblo por pasar más tiempo en el bar de la plaza portátil que en el tendido, ahora habrá tiempo para contarles lo que ocurrió. Hubo dos novilladas picadas con notas de interés (la concurso de ganaderías y la de Monte la Ermita del lunes 26 de julio, con el triunfo de Víctor Barrio). Aquí hubo mucho triunfalismo, pero era algo que ya se sabía cuando vimos quién estaba de presidente. La novillada de apertura del ciclo con el hierro de Los Bayones estuvo mal presentada y fue infumable. Continuará.