Editorial

Un año decisivo

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Sin duda, el curso político que empieza ahora se presume de una gran intensidad, sobre todo teniendo en cuenta que nos debe dejar a las puertas de las elecciones municipales y autonómicas de 2007. Con este panorama, es más que probable que casos parecidos al de Torrelodones empiecen a multiplicarse en los próximos meses. Sin duda, la situación que se vive en el municipio gobernado por Carlos Galbeño va a protagonizar gran parte de la actualidad en estos días, aunque más allá de la crisis interna en el Partido Popular de la localidad y de las consabidas guerras de poder, hay mucho ruido y guerra mediática. De hecho, en los primeros comunicados del PSOE local no se hacía ninguna referencia al Área Homogénea Norte, asunto que ahora parece haber centrado la atención. Se hablaba, sí, de “motivos desconocidos” a la hora de valorar la postura de los dos ediles díscolos, situando todo en el contexto de una “legislatura sumamente polémica en materia urbanística”. Pero ha sido el devenir de los acontecimientos lo que ha puesto al desarrollo del AHN en el punto de mira, y a partir de ahí el habitual cruce de acusaciones entre populares y socialistas. Lo cierto es que en realidad poco nuevo se ha dicho, aunque sí hay un dato que hay que tener en cuenta: que después de reunirse con el secretario regional del PP, Francisco Granados, los concejales a los que les fueron retiradas sus competencias se dirigieron a la Fiscalía Anticorrupción.

Ya veremos el recorrido de esta crisis, especialmente una vez que se pronuncien el alcalde, los ediles implicados y el propio Granados, que en realidad forman los tres vértices de este triángulo del que el PSOE, especialmente a nivel regional, pretende sacar rentabilidad. La ecuación, además, cuenta con un invitado de excepción: el ex regidor Enrique Muñoz, que durante tres años ha permanecido callado y que ahora puede estar dispuesto a vengar, declaraciones mediante, su no designación como candidato en las pasadas elecciones. No es la primera vez, y seguro que no será la última, que a lo largo de esta agitada legislatura asistimos a movimientos de este tipo: Galapagar, con el Plan General sobre la mesa, y Alpedrete también han sido escenarios de distintas crisis entre los populares. Sin embargo, no sólo la casa del PP deja ver desavenencias: en Guadarrama se aventura ruptura, como ya pasó en Colmenarejo y Valdemorillo. Son signos evidentes de la proximidad de los comicios, que al tiempo destapan discrepancias, escándalos y polémicas de mayor o menor fuste. Lo único claro es que, con semejante lío, la Comunidad de Madrid va a tener que andar con pies de plomo a la hora de aprobar determinadas actuaciones urbanísticas, que en muchos casos deberán resolverse definitivamente una vez que las urnas dicten sentencia.