Collado Villalba

Los vecinos denuncian...

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El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014

La casa del ‘Faraón’
Este fin de semana los villalbinos que asistimos al encuentro de las casas regionales pudimos tomar buena nota del talante que demostró el señor alcalde, haciéndose construir junto a las cuatro carpas un tenderete de acceso restringido custodiado y vallado para su exclusivo uso y disfrute. En otras palabras: que, además, de las casas de Extremadura, Andalucía, Galicia y Castilla y León se instaló la ‘casa del Faraón’. Espero que en la próxima edición le podamos ver comiéndose la tradicional caldereta al sol como el resto de los vecinos, ya que ese tipo de discriminaciones sociales me parecen un acto más propio de otros tiempos que del hijo de un honrado churrero y alcalde progresista de Collado Villalba como le gusta autodenominarse. En los meses que le quedan y si nadie pone remedio, no me sorprendería que mande construir una zona VIP en el cementerio municipal con el siguiente epitafio: “Así en el cielo como en la tierra”.

Dejando a un lado tan lamentables hechos, quisiera aprovechar la ocasión para dar la enhorabuena a los miembros de las casas regionales que estuvieron tres días al pie del cañón para ofrecernos productos de sus respectivas tierras a precios más que razonables y, además, nos obsequiaron con excelentes muestras de sus gastronomías. (Más de lo mismo)

José Pablo o el peligro de los aprendices
Hace 12 años, el PSOE local estaba en la oposición, contaba con muy pocos militante y su líder, Carlos Julio López, estaba completamente desacreditado. Entonces, un grupo de ‘barones’ locales (José Luis Cercas, Ángel Delgado y Manolo Porras), planearon sustituir al líder con alguien más presentable y maleable. Encontraron a un chico joven, tímido, acomplejado y con larga militancia. Nuestros protagonistas montaron una buena estrategia y fue elegido sucesivamente candidato y alcalde de Collado Villalba. Pero en aquel momento nuestros aprendices de brujo evidenciaron sus carencias. El chico se buscó su propio tutor -Enrique Benedicto- y se emancipó. La reacción de nuestros barones fue diversa. Ángel se reveló y tras alguna maniobra suicida por su parte, acabó expulsado del partido. Manolo se quejó y fue a parar al exilio anterior. José Luis lo asumió (asumiría cualquier cosa con tal de no dar clases) y sigue en su secundario papel. Enrique estuvo unos años perfilando al chico. Trabajó bien, no obstante fue incapaz de acabar con los tics de su timidez: lo antinatural y forzado de sus intervenciones preparadas y lo seco y distante de aquellas improvisadas. Tampoco consiguió que venciera su complejo, ese que le obliga a reiterar, un día sí y otro también, su capacitación académica y el orgullo que siente por haber vendido churros. Sin ánimo de pedantería, hay dos citas clásicas que le vienen al pelo. “Quod natura nan dat, Salmantica non praestat” “Excusatio non petita, acussatio manifesta”. Como ya es sabido, el chico se cansó de su tutor, si bien todavía le invita a comer y ahora envuelve sus problemas de carácter en un disfraz endiosado. ¡Pero él no se lo cree! (F. de los Ríos)

El derecho a descansar
¿Acaso el alcalde cree que sus votos se los dan las fiestas? Sardinas gratis, Chunguitos, conciertos de rock, etc. Todo esto en sitios no autorizados para albergarlo, pero aquí vale todo... ¡alcohol, alcohol... hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual! La gente tiene derecho a descansar, aunque sean cinco días. Son cinco días en Las Eras, cinco en Villalba-Pueblo, cinco en Los Belgas y cinco en El Gorronal; al final, suma y verás que son 20 días (ahora pásalo a horas) de sueño que se roban del calendario. Necesitamos descansar por la noche para levantarnos a trabajar, la hipoteca manda. Lo de este municipio es alucinante, sólo hay fiestas, parece la película de Gladiator. ¡Declaro 200 días de fiestas para contentar a la plebe! (Rafael)
Resido en Collado Villalba desde hace ocho años y desde entonces, he tenido que aguantar las fiestas de San Antonio y su ‘resaca’. Hace una semana que terminó el ‘fiestón’ que ha estado molestando a muchos vecinos durante siete días y desde entonces sigo viendo gran cantidad de minis, bolsas, botellas, etc, esparcidas junto a los bancos de la cuesta que sube al Mirador de la Sierra. ¿Acaso nadie piensa recogerlo? Por ahí pasean los niños con sus madres a riesgo de llevarse un tajo por culpa de los vidrios rotos. (Alejandra)
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