José Luis Ruiz
Valdemorillo
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Soy un vecino de Valdemorillo, empadronado desde hace casi un año y en este tiempo he disfrutado de la amabilidad de sus habitantes y de la belleza del entorno. También he comprobado que los funcionarios del Ayuntamiento se preocupan sinceramente por intentar solucionar los problemas que tenemos los que residimos aquí, por eso me cuesta entender lo que nos pasó hace unos días, concretamente el pasado 1 de noviembre, cuando mi mujer y yo intentamos ponernos en contacto telefónico con algúna persona vinculada las instalaciones deportivas de este municipio para saber si disponían de pistas para practicar cierto deporte.
Busqué en un listado de teléfonos tenía en casa y que, junto con la carta de bienvenida, nos había remitido muy amablemente la señora alcaldesa al empadronarnos. Después de llamar repetidas veces y dado que nadie contestaba, decidí acercarme a estas intalaciones. El pabellón cubierto y la piscina municipal los encontré a la primera, pero estaban cerrados. Puesto que el deporte que queriamos practicar se realiza al aire libre, me dispuse a buscar el polideportivo. Menos mal que a los 15 minutos dejé de seguir los indicadores y pregunté a una persona que me encontré en la calle, porque resulta que el polideportivo que indicaban los carteles hace tiempo que no existe. Cuando encontré el verdadero vi que también estaba cerrado y entonces la drustración fue doble: ¿Cómo es posible que en un día festivo no estén abiertas unas instalaciones deportivas? y ¿a quién se le ocurrió poner el polideportivo a varios kilómetros del centro urbano?. Si todos estamos de acuerdo que hay que promover el deporte entre los ciudadanos y en especial entre los más jóvenes, lo más razonable es que las instalaciones permanezcan abiertas cuando los niños no estén en el colegio y el resto de las personas no trabajen, porque no creo que un miércoles por la mañana la afluencia de deportistas sea mayor que un festivo. En cuanto a la localización es mejor no hacer cábalas. Construir el polideportivo a varios kilómetros del casco urbano, cerca de ningún lugar y en una carretera, como la de El Escorial, que tiene un tráfico tremendo, califica por sí mismo al que lo ideó.