Bajo el lema ‘Por el empleo con derechos y la garantía de nuestras pensiones’, se van a celebrar este año las manifestaciones conjuntas de UGT y Comisiones Obreras con motivo del Día Internacional del Trabajo, tanto en Madrid como en el resto de las capitales españolas. Así pues, después de tanto tiempo de sospechoso silencio nuestros dirigentes sindicales saldrán a la calle mañana, sábado, con gorras, pancartas y banderolas para, al menos, cumplir con una tradición que tiene 120 años de historia.
El eslogan elaborado por los sindicalistas para esta ocasión demanda políticas que estimulen la economía y creen puestos de trabajo de calidad, en un año que se prevé muy duro ante el aumento de la cifras de desempleados. Todo muy bonito de cara a una galería propagandística donde se obvia, incluso en este día tan significado, la gravísima situación, necesidades y angustia que padecen aquellos que no tienen trabajo y la de sus familiares que, mayoritariamente, carecen de los recursos necesarios para su subsistencia. Y todo esto ocurre curiosamente en vísperas de un Primero de Mayo en el que, aunque las estadísticas nos anuncian la parte más fría de la realidad, Gobierno y sindicatos insistirán en hurtarnos parte del drama que viven los parados y su impotencia a la hora de poder atender las necesidades más elementales de su núcleo familiar (comida, ropa, calzado, agua, vivienda, luz, educación...).
Se viene diciendo que el sindicalismo atraviesa por una de las crisis más profundas de su historia; que se encuentra en una encrucijada de caminos de la que no suele ser fácil salir. Es más, que la crisis económica y laboral ha afectado seriamente a su credibilidad, lo que ha provocado una notable desmovilización de los trabajadores, cada día más preocupados por la amenaza del desempleo y de la ofensiva patronal, pero también en función del comportamiento pasivo de sus líderes. La compleja situación por la que atraviesan las grandes centrales sindicales y su inoperancia a la hora de impedir que las cifras del paro sigan aumentando nos obliga a preguntarnos si el debilitamiento sindical actual, al menos en nuestro país, es un fenómeno duradero e inexorable. Confiemos en que no sea así, pero la cosa pinta mal.
Un diagnóstico contundente:“José está de puta madre”
“Que no quiero verle; que no quiero ver la sangre del torero sobre la arena...”. Este es un fragmento del poema escrito por Federico García Lorca en honor de su amigo Ignacio Sánchez Mejías, torero,escritor y miembro destacado de la Generación del 27, tras la cornada mortal que éste sufrió en 1934 en la plaza de Manzanares. Y puedo decir que este mismo llanto se repetía en los hogares de muchos serranos cuando los informativos del domingo ofrecían una y otra vez las imágenes desgarradoras sobre la grave cogida sufrida por José Tomás en la plaza de toros de Aguascalientes (México), tras ser embestido ferozmente por un toro, dicen, astifino, que respondía al nombre de Navegante , con la aviesa intención de querer convertir, por la vía de la tragedia, al diestro de Galapagar en mito y leyenda. No lo consiguió, pero sí hizo que muchos aficionados y no aficionados al arte de Cúchares, como es mi caso, estuviéramos con el corazón encogido durante esas 24 horas que los doctores pidieron para hacer un balance posoperatorio más solvente, diagnóstico que tuve ocasión de conocer el mismo lunes con total rotundidad: “José está de puta madre”. Quien así se pronunciaba era Andrés, hermano del torero. Y fue en ese momento cuando deseché la idea de llamar por teléfono a su padre y buen amigo, José Tomás Román, al que veía en televisión cariacontecido, confuso, preocupado y sobre todo incómodo por tener que ‘lidiar’ continuamente con los medios, algo que sé no es plato de su gusto pero, querido amigo, en momentos como estos la obligación está por encima de la devoción. Después de todo, enhorabuena y que la recuperación del maestro sea pronta y no deje secuelas.
El hospital de Collado Villalba y su rentabilidad económica
Hace pocas semanas este periódico preguntaba sobre el interés que podría tener el alcalde de Collado Villalba, José Pablo González, en construir el futuro hospital en La Chopera, una zona mal comunicada y protegida medioambientalmente que, además, había sido repudiada por muchos vecinos. Las respuesta nos ha llegado vía elaboración de los presupuestos municipales de 2010 (aún sin aprobar), donde el Ejecutivo socialista contempla en el capítulo de ingresos una partida de 11 millones de euros que, según hemos podido saber, proceden de la construcción de este centro hospitalario vía venta del aprovechamiento medio de la parcela cedida para su ubicación y de la enajenación de otras dos parcelas colindantes de 6.000 metros, situadas en Cerca Montero. Es decir, la especulación urbanística de la que aquí hemos hablado en varias ocasiones parece servida y mucho me temo que este primer paso sólo será el inicio de otras muchas transacciones. Y es que blanco y en botella, leche.