Collado Villalba

La lucha de un invidente por poder salir de su casa tranquilo

Paco tiene que sortear muchos obstáculos todos los días

ESTE VECINO DENUNCIA QUE LA CIUDAD ESTÁ LLENA DE BARRERAS ARQUITECTÓNICAS

Arancha Ortega | Miércoles 22 de octubre de 2014
Francisco Manuel García del Corral, invidente con una minusvalía del 88 por ciento, lleva desde 1989 viviendo en Collado Villalba y pese al paso del tiempo no ha visto que se hayan mejorado en absoluto las barreras arquitectónicas en la ciudad.

De hecho, tras las dos obras que han tenido completamente levantado el centro de la ciudad durante cuatro años, como han sido las del eje Honorio Lozano-Batalla de Bailén y la calle Real, este vecino señala que las vías están “aún peor” respecto a la movilidad de las personas minusválidas.

Este vecino asegura que salir de casa es una auténtica carrera de obstáculos. Su perro guía, Platón, le ayuda en el periplo de recorrer las calles villalbinas, pero no ha podido evitar los accidentes que ha sufrido este invidente. “El pasado mes de noviembre acudí con mi mujer -también invidente- a uno de los cajeros de la calle Real. Tal y como estaba la vía, debido a las obras de remodelación, inevitablemente nos tropezamos y caímos, primero mi mujer y luego yo, ya que no se había señalizado la zona de los trabajos”. Ambos -según narra- tuvieron que ser trasladados al hospital comarcal El Escorial debido a diversas contusiones. “Cuando volvimos acudí al Servicio de Atención al Ciudadano para poner una reclamación y ni tan siquiera nos ayudaron a rellenar el papel, algo que es su obligación, ya que nosotros no podemos”. Este “atropello”, explica, ya está en manos de la Justicia. Tras la inauguración, este vecino señala que el rebaje de acera a la altura de los pasos de peatones en la calle Real “no cumple la ley, al igual que miles de cosas en esta ciudad”.

Pero no es el único “calvario” de este villalbino. “Collado Villalba es una ciudad pensada para los coches, no para los peatones, y muchísimo menos para los minusválidos. Ahora, después de la gran obra del alcalde, la del túnel de Honorio Lozano, han dejado las aceras como un scalextric, con un pavimento muy malo y sin que estén señalizadas las rampas y escaleras que llenan la calle”.

También denuncia que, pese a cambiarse los semáforos, muy pocos tienen señal sonora, indispensable para los ciegos. “Además, parece que no tenemos derecho a salir de nuestras casas en invierno a partir de las 21.00 horas y en verano a partir de las 23.00 y hasta las 8.00, porque apagan la señal sonora, por lo que cruzar algunos pasos es jugarse el físico”, relata.

Paco -como le gusta que le llamen- explica que pese a haber denunciado esta situación en el Ayuntamiento, “no me hacen caso; los políticos o bien nos dan largas o bien te echan de su despacho porque están ocupadísimos, pero no creo que lo estén en trabajar por hacernos la vida algo más fácil”.

Cada día, algo tan sencillo como caminar por la ciudad es una auténtica odisea para este vecino, aunque cuenta con la ayuda de Platón y de su mujer. “Las aceras son estrechas y empeora esta situación que están plagadas de farolas, muchas de las cuales cuentan con una papelera con la que siempre me golpeo. Eso sin olvidar que en otras muchas partes del municipio los contenedores se han colocado en medio de la acera o te encuentras con las terrazas de los bares y restaurantes”.

Eso sí, Paco asegura que siempre se acuerdan de los minusválidos “cuando llegan las elecciones; entonces siempre hablan de eliminar las barreras arquitectónicas y hacer una ciudad más accesible”. Sin embargo, finaliza, no son más que promesas incumplidas.