Collado Villalba

La Policía local sanciona a destajo en la plaza de la Sierra

Los agentes sancionaron en la plaza de la Sierra

UNA PRUEBA MÁS DE LA VORACIDAD RECAUDATORIA DEL EJECUTIVO VILLALBINO

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El pasado lunes, a las 20.19 horas, seis agentes de la Policía Local de Collado Villalba, tras estacionar sus tres coches patrulla en la glorieta de la plaza de la Sierra (frente a la urbanización Parquesierra), se dedicaron a parar y sancionar a los vehículos procedentes de la calle Cañada Real o de la glorieta situada en la avenida Juan Carlos I.

Por el momento se ignora el número de conductores denunciados, pero todo parece indicar que el objetivo de los agentes -tras seguir órdenes de la superioridad- no era otro que el de expedir los pertinentes boletines sancionadores con una celeridad pasmosa. Un ejemplo más de que las denuncias realizadas sobre el estado de las arcas municipales por los grupos de la oposición, así como por numerosos vecinos y colectivos, tienen una base más que constatable. Es decir, que la recaudación a través de las multas es una vía rápida de financiación para paliar la delicada situación por la que atraviesa la hacienda local, consecuencia -a tenor de las denuncias- de una política económica despilfarradora, sin olvidar el retroceso habido en el capítulo de ingresos relacionados con el sector de la construcción y por los crecientes impagos de impuestos (IBI, recogida de basuras, tasa de circulación, etc.), como consecuencia de la crisis económica por la que atraviesan muchas familias.

Voracidad recaudatoria
Nada se puede objetar al hecho de que los agentes de la Policía Local sancionen a los infractores, porque es más que obvio que las normas deben respetarse por todos. Menos razonable es que este ejercicio de autoridad se haga con tan desmesurada intensidad y no precisamente en función de las necesidades y el interés general de la ciudadanía, es decir que el tráfico sea más fluido, que no se aparque en doble fila, que no se infrinja el código... sino en base a una repetida voracidad recaudatoria que parece que busca fondos para salvar una situación crítica, consecuencia de la mala gestión del Equipo de Gobierno socialista, que hasta la fecha ha sido incapaz de frenar sus abusivos gastos (altos sueldos, cargos de confianza que cobran más de 4.000 euros mensuales y otros dispendios absurdos). Multar es un deber de los agentes municipales, pero hacerlo exclusivamente por recaudar, como sucedía claramente el lunes, lo convierte en injusto, incluso en una burla a los propios contribuyentes.

Persecución obsesiva
Al margen de este caso que, además, deja teóricamente a muchos villalbinos indefensos porque si de cuatro o cinco patrullas que hay de servicio en el turno de tarde en Collado Villalba, tres están poniendo multas en un mismo lugar, ¿quién les protegería en caso de producirse un siniestro, robo o atraco? ¿La Guardia Civil? ¿Entonces para que queremos más de un centenar de agentes locales? ¿Sólo para poner multas? La obsesión de nuestros políticos por recaudar es tal que el pasado día 8, a las 18.02 horas, un vecino de la localidad detuvo unos segundos su vehículo junto al acceso al número 6 de Batalla de Bailén (parcela destinada al supuesto teatro Malvaloca y actualmente convertida en almacén, gratis total, de una empresa constructora privada), y el poco tiempo que tardó en ir al cajero del BBVA, situado apenas a 10 metros, para sacar una pequeña cantidad de dinero, fueron suficientes para que los agentes 191 y 198, el primero como denunciante y el segundo como testigo (así consta en el boletín sancionador) le aplicaran el artículo 71 y le impusieran 90 euros de sanción. Otro caso reciente, éste en El Gorronal: en un mismo día, y en menos de cinco horas, el celo de los agentes les llevó a sancionar a un mismo vehículo, por el mismo concepto, en dos ocasiones (al parecer alguien había retirado el primer boletín del parabrisas del coche) por estacionar en una calle donde ya no hay ningún almacén que demande una zona para carga y descarga. Eso sí, las señales de prohibición se mantienen para que los despistados conductores caigan en la trampa.