EL KIOSCO
Por: TAN
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ha muerto José Manuel Vidal-Beneyto, innovador cultural, intelectual de referencia, catedrático, activista militante y agitador, escritor incansable. A pesar de haber publicado más de una decena de libros y miles de artículos, su muerte ha pasado casi inadvertida. Como suele decirse, sin pena ni gloria. A diferencia de la desaparición de otros grandes de la literatura o de la ciencia española.
Fue activo antifranquista desde la década de los 50, que no es poco, desde los años del más profundo franquismo. Impulsor del contubernio de Munich en 1962 (reunión de más de cien españoles antifranquistas). Siempre desde la más radical independencia, consiguió ser bien conocido en su época en los ámbitos de la oposición y llegó incluso a representarla. Como ha señalado Carrillo, ejercía de “ministro de asuntos exteriores” de la Junta Democrática que, a principios de los años 70, trabajaba por conseguir la democracia en España. Pero siendo importante, no es este aspecto, ya lejano se podría decir, el más reseñable o el que considero ahora más injusto del silencio mediático ante su reciente fallecimiento. Lo que me ha impulsado a escribir estas breves líneas son otras razones. Porque somos muchos los que le conocimos después de la Transición. A diferencia de otros, no se conformó ni acomodó a lo conseguido en España. Consideraba que la democracia era insuficiente y que la situación internacional, dominada por el capitalismo neoliberal, propiciaba un sistema tremendamente injusto. Y siguió trabajando, reivindicando y denunciando. Porque Pepín, como le llamaban, no paró ni un solo día de denunciar injusticias, atropellos y un sistema establecido demasiado conservador y situado en lo ‘políticamente correcto’. Así, semanalmente ha publicado, hasta principios de este año, artículos de análisis social y de denuncia sobre un mundo que caminaba y camina hacia el poder de unos pocos ricos cada vez más ricos mientras los más, tanto los grupos de población como los países, están cada vez más empobrecidos. Denunció la hipocresía frente al cambio climático, la inmigración, la economía irregular... y pidió el voto negativo para el proyecto de Constitución Europea por considerar que era la prolongación de la Europa del Capital, no la de los derechos humanos, criticando también a menudo las insuficiencias y autolimitaciones de una izquierda moderada que a fuerza de tanto moderarse se confunde fácilmente con la derecha. Que su lectura y recuerdo nos anime a seguir activos.