Opinión

El alcalde de Villalba y su nuevo acoso a La Chopera

PUNTO DE VISTA

Por: SALVEMOS LA CHOPERA

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La prepotencia, la soberbia y la rabia al comprobar el alcalde villalbino, José Pablo González Durán, cómo no es tan fácil que sus planes de acoso y derribo a nuestra querida y amada arboleda de La Chopera, encuentren el eco esperado por parte de la administración de la Comunidad de Madrid encargada de velar por la protección medioambiental, acusando a la Consejería de Medio Ambiente de bloquear la situación e impedir la construcción del futuro hospital comarcal como si su inabarcable, ego que constriñe el libre pensamiento y la libertad de sus inmediatos subordinados, se pudiera trasladar a todos los ámbitos y personas que están inmersas en el proceso de evaluación ambiental de la aberración urbanística que se quiere cometer, tan sólo por dar placer a su ambición personal y sus deseos de ver desaparecer y postergar (aunque sólo sea de forma moral) toda corriente y movimiento social crítico con su gestión, es decir sus contrincantes ideológicos y de facto a sus hechos por todos los desmanes políticos, ambientales y socioeconómicos que se le ocurren.

Quizás se trate de un problema de comprensión por su parte y su percepción racional y sensorial no le permitan plantearse si el motivo verdadero de la oposición de la señora Mariño a la destrucción de La Chopera con la realización de las obras sea que es mucho lo que se pierde per se para la sociedad villalbina y serrana en general, por el alto valor medioambiental explícito que tiene el lugar sí y, cómo no, por las innumerables irregularidades que en la ejecución del expediente del que contiene el proyecto se han dado hasta ahora.

De modo que es incluso conveniente por parte de los departamentos de la Consejería de Medio Ambiente meditar sobre el asunto, reflexionar, analizar y enjuiciar los daños irreversibles que de llevarse a cabo en el lugar se cometerían, y estudiar posibles y factibles alternativas ya puestas sobre la mesa, que están a disposición de ambas administraciones y seguirán estándolo en cuanto se resuelva el contencioso de la finca El Caño de la Fragua (situada junto a la ITV), a favor del interés general y la racionalidad más elemental. Algo en lo que el señor González Durán es incapaz de pararse a pensar, sin duda alguna cegado por las características negativas de su conducta política (influenciadas por su personalidad ególatra) y de las que se encuentra prisionero hace mucho tiempo.

Sin embargo, y aún a pesar de esta aparente oposición por parte del órgano ambiental encargado de la valoración, somos realistas, tenemos los pies en el suelo, permanecemos de continuo en guardia y sabemos de sobra que la presión personalista e inaceptable que el propio alcalde realiza en la figura de la Consejería de Medio Ambiente, junto a otros personajes destacados de la política regional madrileña, puede dar sus frutos en cualquier momento, doblegando el brazo de la razón y la cordura y la voluntad conservacionista de la citada Consejería. No permitiremos el resultado fatalista, y estaremos preparados para ello.