ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
En la próxima feria de Villalba tengo noticias de las muchas recomendaciones que ha habido, y más en los novilleros, para lidiar en este festejo. Tengo el máximo respeto por todos, pueden ser muy buenos y cortar muchas orejas pero, a priori, están en la feria por enchufes.
Uno tiene pruebas como para sospechar y creer que torean por cosas así: uno, porque es ayudado por el que lleva la carne; otro, porque lo apodera Hurtado (hombre de peso y fuerza política en Colmenar Viejo); otro, porque es apoderado por Picamill (que hace años ya nos coló en esta feria otros paquetes como Antonio de Mata o Juan José Girón). Y así podemos seguir con la lista. Y todos ellos, me imagino, que tienen algo en común: el interés de la empresa por quedar bien con todas estas personas que les apoderan. Y me parece muy bien porque para eso es el empresario y hace lo que quiere, pero que lo digan y se dejen de pamplinas con cosas como éstas: “Es que no hay novilleros” o “es lo que hay en el escalafón”. Pues hay una baraja de novilleros a la puerta y que piden paso. Ahí hay novilleros que debían haber estado en esta feria: nombres como Daniel Luque, Salvador Fuentes, Emilio de Justo o dos chavales que dieron el domingo un toque de atención en Madrid: Ferreira y Joselito Adame. Bueno, y uno que sí está en la feria de Santiago y que merece estar por méritos propios. Se llama Benjamín Gómez y ha sido el único novillero en cortar dos orejas en Las Ventas esta temporada.
Cuando Tomás Entero no tenía la fuerza y el poder con el Ayuntamiento que sospecho que tiene ahora en esta localidad se lo curraba algo más y contaba con ganaderías, matadores y novilleros mucho mejores que ahora.
Recuerdo hace años una seria y astifina novillada de “El Torreón”, otra muy fuerte también de “El Pilar” que estarían más o menos en tipo, pero eran ganaderías caras y de prestigio. También contaba con novilleros como César Jiménez, Vega, Reyes Mendoza que entonces eran figuras. Y ahora, ¿qué pasa? O es que antes había un concejal aficionado y más exigente. Claro que lo que se lleva son concejales marionetas que contra menos sepan de toros mejor. Así el empresario mete goles, hace lo que quiere y nadie exige nada.