Editorial

La regidora de Alpedrete pierde los papeles y desaprovecha la oportunidad de hacer honor a la transparencia que pregona

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El caso del concejal de Urbanismo y el Plan General de Alpedrete va de mal en peor para el Equipo de Gobierno de esta localidad, cuya respuesta bascula entre la estrategia del avestruz (ya saben, aquello de esconder la cabeza) y la pataleta más ridícula. De lo primero dan cuenta argumentos del tipo “quieren hacer daño al Ejecutivo”, en referencia a las críticas de la oposición; y de lo segundo la propia regidora, Marisol Casado, dio una auténtica lección en el pleno extraordinario celebrado la pasada semana, donde se despachó a gusto después de que el portavoz de UNPA leyese el artículo publicado en la sección Luces y Sombras de El Faro del Guadarrama. No sólo perdió los papeles al cuestionar el rigor y el trabajo de este medio, sino que se salió completamente del orden del día, demostrando muy poca cintura para encajar los golpes derivados de su gestión.

Y todo ello sin dar ni una sola explicación sobre el tema de fondo, además de mostrar unas formas que dicen muy poco (o mucho, según se mire) de su manera de entender la democracia,olvidando que es la alcaldesa de todo el pueblo de Alpedrete y no sólo de una parte, y que por encima de sus arrebatos debe estar el cargo institucional que ocupa al frente de este Ayuntamiento serrano.

Resulta todavía más paradójico que pretenda hablar de rigor y transparencia cuando su grupo rechazó la creación de una Comisión de Investigación para depurar las responsabilidades políticas que se podrían derivar de este polémico asunto. Es más: en esta misma sesión se hizo público que el edil implicado en este caso ocultó algunos datos en su declaración de bienes, una razón más para proceder de inmediato a su cese. Sin embargo, la regidora hace oídos sordos y se esconde en razonamientos pueriles que no hacen más que subrayar el patente nerviosismo del que está haciendo gala en las últimas semanas, al tiempo que crecen las voces en el seno del propio Partido Popular que censuran su actuación y que incluso piden un relevo de cara a la elaboración de la próxima candidatura a las elecciones municipales de 2011, hasta el punto de que este tema amenaza con un abrir una brecha que puede hacerse aún mayor si no se toman medidas contundentes de forma inmediata. Y eso, desde luego, no pasa por poner al mensajero en el punto de mira ni tampoco por continuar negando las explicaciones que la situación merece.